Reseña del libro “La familia”, de Sara Mesa
Ya hace varios años que trabajo en el sector editorial, y cuento esto porque leyendo a Sara Mesa siempre me acuerdo de una de las primeras editoras con las que trabajé. Tenía muchos años de experiencia, había leído muchísimo, me recomendó una lista interesantísima a la vez que interminable de lecturas, y me habló de algo en lo que yo, hasta entonces, nunca había pensado. Fue estando metidos en la promoción de una nueva novela de Elizabeth Strout. Yo todavía no había leído nada de ella y me leí aquel que íbamos a publicar y cuando me preguntó qué me había parecido le dije algo así como que era raro porque me parecía que había leído algo muy ligero pero me había dejado una sensación de cosa honda, de una profundidad que para nada veía yo en la forma. Recuerdo que ella se rio mientras asentía, y que me dijo que esa era la clave, que no me podía imaginar lo difícil que era hacer eso, decir tanto en tan poco, pulir tanto un texto cuando lo que quieres o tienes que decir es tan profundo. Desde ese momento he tenido el radar activado por si encuentro algo parecido, y ese radar siempre pita cuando tengo delante un libro de Sara Mesa. Este no es una excepción. Hablo de La familia, publicado por Anagrama.
Es muy difícil hablar de la trama de una novela de Sara Mesa porque la gracia de todo lo que escribe está detrás de lo que hay escrito. Y eso, pienso, puede cambiar según quien lo lea. No hace mucho, hablando con alguien de las anteriores novelas de la autora, esa persona me preguntó por qué no leía reseñas o críticas de otra gente cuando terminaba un libro de ella, si siempre acababa con la sensación de que esa era mi opinión, mi lectura personal. Yo le dije que no lo hacía porque creía exactamente en eso, en el poder de una autora capaz de hacer un libro para cada lector. Y no quiero que se rompa ese espejismo.
Aquí nos encontramos, como ya anuncia el título, con una familia. ¿Una familia normal? ¿Qué es normal en una novela de Sara Mesa? Pues eso. Tenemos a un padre, a una madre, a cuatro hijos, una de las cuales es una hija adoptada. Y como si fuese una especie de prisma, Mesa nos mostrará diferentes versiones de ellos. Desde que los niños son pequeños hasta que no, a saltos, sin ningún orden o rigor aparente (y con mucho orden y rigor subterráneo). ¿Te acuerdas de aquellas pequeñas cámaras de foto falsas que había antes en las tiendas de souvenirs y que cuando hacías que disparabas lo que te iba enseñando eran diferentes paisajes y momentos de un mismo lugar? Pues aquí lo mismo pero con una familia.
Será esta una familia especial, con un padre muy encima de todo, en contra de modernidades, lujos; a favor de una libertad para sus hijos bastante alejada de la que ellos piensan y desean para sí. Una madre silenciosa o silenciada, unos personajes secundarios siempre revisados por el crítico microscopio del padre. Nunca sabremos qué hay de verdad en el fondo de esa figura paterna, por qué es la que más nos atrae si nunca debería serlo, por qué, al igual que les pasa al resto de personajes, nunca podemos apartarnos de él.
El padre, Damián, es la figura central, y me ha hecho pensar mucho en la Nat de Un amor, por eso que comenté en aquella reseña sobre cómo parecía estar tan a punto de rebosar siempre. Con Damián pasa igual, y rebosa, y lo veremos desde dentro de un armario, escondidos de él.
Un libro que es crítica de muchas cosas, que es ejemplo de otras muchas otras, que es reivindicación, grito, revolución. Todo siempre desde algo muy cerrado, que busca abrirse, que solo con algunos personajes especiales, distraídos, salidos del carril de la norma, consigue agrietarse para enseñarnos a todos los que abrimos el libro su luz.
Yo no sé qué me gusta de los libros de Sara Mesa. Solo sé que me gustan los libros de Sara Mesa. La familia es uno más. Espero que a vosotros también.