“Trabajo de negro literario para…”. Esa frase la escuché no hace mucho. Y resultará raro lo que voy a decir, pero no me sorprendió en absoluto. Todos tenemos nuestras teorías, nuestra forma de ver el mundo editorial, y no somos pocos los que entendemos que, detrás de algún que otro título, se encuentra la figura de otro escritor del que jamás se sabrá el nombre pero con el que, paradojas de la vida, disfrutaremos de una buena novela. De esa figura de “negro literario” y del mundo de la literatura en general es lo que nos va a enseñar La fórmula Miralbes. Porque escribir, meterte de lleno en el panorama literario, de vez en cuando te hace darte cuenta de las miserias que se esconden tras lo que se presupone una vida de fiesta y éxito, cuando en realidad no deja de ser un negocio más que, como en todo entramado, teje ciertos pasadizos con los secretos que debieran esconderse bajo las alfombras y nadie tendría que desempolvar. Pero hay advenedizos en todas partes y el éxito, sobre todo en este país, escuece demasiado. ¿Qué sucede cuándo a una escritora de éxito se le descubre un error en su carrera? ¿Qué sucede cuándo, tras tantos años de éxito, ese es el único detalle que se va a recordar de su nombre? Preguntas de un mundo tan ávido de dinero como de apariencias que, como en un juego de luces y sombras, nos enseñará más de un fantasma que no estaríamos dispuestos a reconocer, bajo ninguna circunstancia.
Silvia Miralbes siempre había tenido éxito con lo que escribía. Pero en su última novela, después de muchos años de silencio, se va a descubrir que ha usado a un negro para terminarla. ¿Por qué? ¿Qué le ha llevado a esa decisión? A través de las entrevistas de quiénes la conocen – o desconocen – podremos descubrir que tras una noticia siempre se encuentra lo más importante: la verdad.
Hace muchos años, cuando yo empecé en esto de las reseñas, tenía una visión del mundo literario demasiado romántica. La ingenuidad había hecho que, alrededor de los libros, olvidara que esto es un negocio que se mueve con los mismos hilos – y al mismo paso – que otras empresas que busquen beneficios. Y no lo critico, que conste. De hecho, me parece un movimiento normal. Pero hace poco, y tras algunos intentos infructuosos por entender lo que leían mis ojos, me encontré poniendo en duda muchas de las cuestiones que en La fórmula Miralbes aparecen. La hipocresía, la corrupción en un universo de letras, lo que los medios de comunicación son capaces de crear – y, sobre todo, de destruir -, lo que significa ser escritor en un tiempo donde los valores ya se han olvidado y lo que la literatura quita en la libertad de quien la ejecuta. Y todo eso formulado como si todo fuera un falso documental en el que Braulio Ortiz Poole ha creado una historia que, puede no ser novedosa, pero que sí pone a las claras que lo que vivimos a través de los libros también puede tener un lado tenebroso que enfangue lo que ese otro lado, más luminoso y carente de maldad, nos ha proporcionado hasta el momento.
Tiendo a ser cínico. Me he convertido en una persona que se vuelve suspicaz ante los éxitos literarios masivos y el marketing viral de “tienes que leerlo” o “es el mejor libro que vas a leer este año”. De las mentiras y los dobles juegos es de lo que habla La fórmula Miralbes, desde una posición crítica, pero a la vez bebiendo de la misma fuente. Braulio Ortiz Poole nos ofrece una lectura interesante que, para todo aquel que se haya envuelto en esto del panorama literario, reconocerá más de una situación, pero para todo aquel que no haya bajado a los infiernos en esto del mundo empresarial, podrá entender que cuando el éxito llama a la puerta de alguien, no faltarán los buitres que estén dispuestos a ver cómo cae el cuerpo, para poco tiempo después comérselo. No hay que olvidar que, en esto de sobrevivir, como lo dice la selección natural, sólo lo hace el más fuerte.