Reseña del cómic “La Guerra de los Reinos”, de Jason Aaron
Bueno, pues que parece que ahora sí que sí. Ahora ya sí que acaba la gloriosa etapa de Jason Aaron al frente del tronador. Desde mayo de 2018, cuando hablaba maravillas de ese primer tomo, El carnicero de dioses, hasta ahora, el guionista nos ha ofrecido una de las mejores sagas que yo recuerde del personaje sin bajar el pistón ni un ápice (salvo, tal vez, en este último tomo, cosa que se le perdona).
Y todo lo anterior, todo lo que hemos leído nos ha conducido hasta esta Guerra de los Reinos. Hasta el último reino en pie: La Tierra. O Midgard si se prefiere. Los demás, todos sin excepción (Asgard, Alfheim, Nidavellir, Svartalfheim, Jotunheim, Vanaheim, Niffleheim, Muspelheim y Heven) han sido arrasados. Nos toca ser invadidos, y, como no puede ser de otra manera, la invasión arranca en Nueva York porque es bien sabido que de todo el vasto planeta los aliens y demás enemigos de La Tierra solo ven bien desde la lejanía sideral la silueta de Nueva York y de Manhattan.
Gracias a Loki, Thor va a estar desaparecido un rato de nuestras páginas, pero a cambio vamos a ver pasar por ellas a gran parte del universo heroico de Marvel, comenzando por Spiderman, y pasando por Doctor Extraño, Daredevil, Lobezno (a quién por alguna razón se creía muerto), Punisher, Iron Man, Capitana Marvel, Pantera Negra, Hulka, Blade, Capitán América, Luke Cage, Puño de Hierro, el Motorista Fantasma, Veneno, Masacre, Capitán Britania, Shuri, Namor, los 4 Fantásticos, Ka-Zar,… y así de memoria creo que no me he dejado ninguno…
Sin embargo, ni semejante plétora de héroes con patas parecen ser capaces de detener la guerra. Los ejércitos de Malekith se van haciendo poco a poco con el control de los continentes mientras Thor sigue ausente de la batalla final.
La historia es genial y el ritmo es un constante no parar de acción que solo para cuando tiene que parar, cuando la narrativa lo exige porque no todo van a ser alegres fostiales por parte de unos y otros, con la espectacularidad, además, de dibujarlos Russell Dauterman.
Me ha gustado mucho, de hecho ha sido todo un puntazo, el papel que ha jugado Daredevil, que es otro de mis héroes favoritos, haciendo de ciego que sustituye a otro “ciego” con una misión importante.
Aaron cierra bien cerrada la historia. Todo queda atado sin necesidad de que el lector tenga que acudir a especiales publicados previamente para enterarse de cosas que se han dado por supuestas o no se han terminado de explicar.
La guerra de los reinos es un cómic de superhéroes lleno de amor por la fantasía y la épica, y de respeto por unos personajes reconocibles por todos. Eso a nivel de historia. A nivel dibujo, repito que Dauerman se casca unas composiciones de página, unos trazos y un color apabullantes que harán las delicias de los fans.
Me reafirmo en lo dicho en alguna reseña anterior de alguno de los cómics de esta etapa: si tenéis oportunidad y queréis descubrir a Thor como nunca, esta es vuestra saga. No os arrepentiréis.
Larga vida a Thor y larga larga vida a Jason Aaron.