La habitación

La habitación, de Emma Donoghue

La habitación
Es posible indignarse con ciertas verdades que revelan los libros. Son historias dolorosas, por más que se intenten contar en tono cortés o hasta tierno. Y así estaba yo, enojada al punto de gritar en el comienzo de esta crítica: “Hay gente enferma en el mundo”. Pero no parecía adecuado, tan sólo porque el efecto de la historia me hubiese pegado duro. Además, hay mucho más que eso, es la tierna palabra de un niño de cinco años, es La habitación de Emma Donoghue.
Jack, en el día de su cumpleaños número cinco, comienza a relatar su vida de acuerdo a su propia visión del mundo. Claro que el mundo para él es esa habitación de cuatro paredes y donde cada cosa posee un nombre con letras mayúsculas como Cama o Armario. Y sus amigos son aquellos que están en la televisión, la simpática Dora la Exploradora a quien él responde cuando el propio show se lo propone.
Vive son su mamá, con quien tiene establecida una rutina con horarios para las comidas, juegos inventados, canciones cantadas al unísono y carreras alrededor de la cama. Jack es curioso y tiene la suerte de poseer una madre que tiene las respuestas a todas sus preguntas. Todos sus días son iguales, incluyendo su descanso en el armario, para que el Viejo Nick no lo vea, no lo sienta. Su mamá le tiene prohibido salir cuando el Viejo Nick llega. Jack no sabe bien por qué, pero él se limita a contar sus dientes hasta quedarse dormido.

Y Jack comienza a percibir la inquietud de su madre, hasta que la historia se revela. Existe un mundo afuera del cual su mamá fue arrebatada por el Viejo Nick con tan sólo diecinueve años y la mantuvo encerrada en la habitación. Entonces, ya tuvo suficiente y Jack ya es grande como para poder llevar a cabo un plan que les permita abandonar ese lugar. Eso sí, juntos.
¿Ahora entienden por qué estaba indignada? Porque hubo casos así, los hemos leído en las noticias. Pero lo hermoso de este libro es la narración, el dueño del relato, el inocente Jack. Imposible no quererlo, imposible no ponerse en los pies de la mamá cuando se enoja ante el miedo de Jack, imposible no querer entenderlo a él también.
Me encontré desesperada, con el corazón acelerado a medidas que iba leyendo los párrafos. Quería gritarle a Jack para que entendiera a su mamá y quería gritarle a ella que también le tuviera paciencia. Así, caí en la cuenta que el libro tenía la dosis justa de todo aquello que puede hacer hermosa a esta historia. Y eso es la relación de madre e hijo en una circunstancia brutal, desgarradora.
Es un libro lleno de amor pero de odio. Lleno de tragedia pero compensado con la inocencia dulce de Jack. Lleno de dolor pero de ternura. Lleno de tanta complicidad de dos personas acostumbradas a vivir en su propio mundo: uno conoce el afuera, el otro no. Y esos dos mundos quieren ponerse de acuerdo para salvarse  mutuamente.
Hay libros que te tocan, y te pegan al punto que uno comparte su desesperación. Uno se encierra en ese mundo y todo sonido de afuera es absorbido por lo que nos cuenta Jack. El lector siente pena pero también esperanza, compasión. Sí, es posible indignarse pero también acelerarse y formar parte de la historia, aunque sea tan sólo con el deseo de abrazar a quien nos cuenta la historia.
Rosario Arán (rosearan@librosyliteratura.es)

4 comentarios en «La habitación»

  1. No conocía este libro, pero desde luego dejas con ganas de hacerlo. Habrá que descubrirlo aunque sea para compartir esa desesperación con Jack y su madre…
    Besotes!!!

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  2. lo leí hace unos meses y la reseña no podría estar más acertada, a mi me dejó una sensación muy agridulce, y de verdad que a veces el niño me ponía muy nerviosa 🙂 lo recomiendo, sin duda es un libro que volveré a leer

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