La historia interminable, de Michael Ende
Hubo un antes y un después en mis lecturas. Supongo que visto en perspectiva puede que sea decir demasiado, pero en cualquier caso yo si lo digo es porque lo sentí así. Hay un momento en la vida de todo joven lector que, cuando encuentra un libro que le toca demasiado dentro no lo puede evitar. Es así, y necesita hablar de ello como si fuera la vida en sus palabras. Eso me sucedió con La historia interminable. Un libro raro, raro por la forma, raro por sus dos colores entre el mundo real y el mundo de Fantasía, raro porque yo no había leído nada igual, raro porque, en el fondo, fue la primera incursión en el mundo de los libros de fantasía (qué bien elegido el nombre de ese mundo de seres mágicos) y yo no me esperaba que la forma de escribir fuera de esa manera. Qué sé yo, el caso es que este libro marcó un antes y un después, algo que partió la forma de entender los libros para jóvenes. Pero como siempre he pensado que los libros de jóvenes son para todo tipo de edades, aquí me encontráis de nuevo, hablando de mi infancia, hablando de los libros como siempre, pero hoy con una postura más especial porque este es un libro del que me cuesta hablar, por la implicación emocional y porque si hoy estoy aquí es porque este libro lo merece, como merecería una posición especial en todas las estanterías de cada casa.
Michael Ende es un autor de referencia. A día de hoy es muy complicado que alguien niegue esta evidencia por mucho que no haya leído nada de su obra. ¿De qué habla La historia interminable? Del viaje de un niño que pierde la inocencia pero que encuentra su fuerza en el interior, un niño que en el colegio no es querido, que le hacen la vida imposible, pero que encuentra en un libro (qué profético es todo, qué bien hilado) su camino para encontrar lo que es su objetivo en la vida. Y dentro del libro encontrará personajes que le hablen desde sus páginas, cómo nos sucede a todos alguna vez en la vida, cómo nos sucede a todos los lectores cuando un libro nos pega las manos a sus pastas y no podemos dejar de leer. Fue una experiencia única, cómo aquel joven que era yo por aquel entonces descubría lo que era un libro, un señor libro, y que no se parecía en nada a las lecturas que había tenido hasta ahora. Fue creciendo, fue sumando lecturas a las lecturas, libros a los libros, pero siempre recordaba La historia interminable porque tenía que hacerlo, porque tenía que hablar sobre él, describir lo que le había hecho sentir, lo que había descubierto gracias a ese libro. Fue una época especial aquella. Pocos libros me han hecho descubrir lo que ese libro.
Pero, ¿qué pasa cuando los niños se hacen mayores? Podría pensarse que, por ser mayor, por ser una persona adulta, los recuerdos de los libros tienen que estar contaminadas y ya nada es igual a cómo lo leímos. Es un error. Yo, que siempre hablo de las edades, que siempre que crezco me parece que la vida es un poco más cuesta arriba, cuando echo la vista atrás y pienso en La historia interminable aparecen en mi memoria las lágrimas, el vello en punta, los ojos cerrados imaginando sus mundos, los personajes, cómo querría haber sido ese niño que leía un libro y lo convertía en realidad. ¿Ha habido algún libro como este en algún momento? Puede que alguno fuera especial, fuera importante, y contribuyera a forjar parte de mi personalidad. Pero el libro de Michael Ende lo que provocó un remolino de sensaciones, un abrir los ojos a la lectura, enterarme de lo que era realmente la literatura y de lo que estaba por venir. Fue el pistoletazo de salida, fue lo que todo lector joven quería que fuera la genialidad, fue una barrera que separaba la inocencia de la juventud, cuando todavía la juventud tenía una importancia relevante. Yo fui un niño feliz, que se refugiaba en los libros, que vivía en los libros, y que después, cuando miraba la realidad se convertía de pronto en otro, en alguien que miraba el mundo con otras gafas, al que la miopía no afectaba y se convertía, de la noche a la mañana, en alguien especial. Y eso es lo importante. Gracias a libros como éste, que para vosotros quizá sea otro, nos sentimos personas especiales, abiertas al mundo, que conocen otra realidad, que otro mundo es posible, donde personajes de ficción nos hablan y creamos nuestra propia versión de lo que queremos vivir.
Me exalto, pero lo hago por una razón. Y es que en el mundo de la lectura, pocas oportunidades hay para que un chaval abra un libro y se encuentre, de la noche a la mañana, en un mundo que creía que no podía ser real, pero que, inevitablemente, lo es.
Gran reseña de n gran libro Sergio, yo lo leí en mi adolescencia gracias a mi hermano que me lo regaló, yo creo que fue el único regalo que me ha hecho en toda su vida. La pena es que se lo presté a una compañera de colegio y no lo volví a ver, despareció por arte de magia.
Más adelante, cuando tuve oportunidad lo volví a comprar y ahora ocupa un lugar privilegiado en mi pequeña biblioteca, en el libro de mi vida y en mi corazón.
Es uno de esos libros que permanecen siempre Yoly! Muchas gracias por tus palabras!
Creo que el libro de Michael ende es el mejor, puesto que habla mucho de fantasía me encanta y fue el regalo más valioso que me dio mi Papa pues estoy en mi adolescencia y ese libro es el mejor yo lo recomiendo su historia es increíble….