La huella del pájaro, de Max Bentow
Así como hay un estilo inglés –de larga tradición histórica y rasgos muy característicos– de novela policíaca, y también, como hemos podido comprobar en los últimos años, uno escandinavo, también es posible identificar un estilo propio en los autores alemanes de este tipo de novela. Yo, por lo menos, en lo que llevo leído hasta ahora, he observado que son historias muy dinámicas, en las que abunda la acción y cuyas tramas de misterio se basan o, al menos, tratan tangencialmente el tema de la pérdida de confianza, las falsas apariencias, la respetabilidad sólo aparente de unas personas que, en un momento dado, se convierten en criminales.
Otro rasgo común, hasta ahora, en mis lecturas criminales venidas de Alemania, y un rasgo positivo, para mí, es que no suelen presentar la pátina melancólica o de pesimismo político y social que sí es frecuente en la novela criminal escandinava. Las novelas de autores alemanes que he leído hasta ahora constituyen lecturas muy entretenidas, fáciles de comenzar y muy difíciles de abandonar hasta el punto final.La huella del pájaro presenta esos rasgos, y es mi recomendación de hoy.
La huella del pájaro es la primera novela de Max Bentow, y su protagonista es el policía Nils Trojan, divorciado, con una hija preadolescente y una vida afectiva algo desordenada desde su divorcio. Además, para tratar de recuperarse, acude a sesiones de terapia con una (inteligente y atractiva) psicóloga. Un día, se presenta un nuevo caso de asesinato, muy brutal: una joven aparece asesinada y mutilada. Nada más ponerse a investigar este caso, aparece otro cadáver de similares características, en lo que parece ser obra de un asesino en serie.Como se ha dicho anteriormente, en La huella del pájaro, la acción, una vez arranca, transcurre con gran dinamismo, nunca se pierde en vericuetos extraños ni se estanca en los típicos pasajes de sólo entrada y falsa salida en los que suelen ir a parar algunos autores, sobre todo primerizos, queriendo escribir de golpe y en una sola novela todas las historias que llevan dentro. Max Bentow sabe muy bien lo que quiere contar, y, en La huella del pájaro, lo cuenta con eficacia y precisión alemanas, salpimentándolo todo de oportunas sorpresas, escenas de las que nos pegan a la silla y un “malo” merecedor de figurar en una antología por el miedo que da (a no perderse la descripción detallada que se da de él en una de las escenas clave de la narración).Hay, por otro lado, un rasgo peculiar en La huella del pájaro que a mí me ha parecido muy oportuno, aunque ignoro si es una peculiaridad buscada y planeada por Max Bentow o un capricho del personaje (pues, como ya sabemos, los personajes cobran vida y voluntad propias al poco de ser creados). Se trata del propio personaje de Nils Trojan, probablemente uno de los inspectores de policía ficticios más bordes, prepotentes y arrogantes de cuantos me he encontrado en su trato con los sospechosos. Este carácter chulesco y lleno de prejuicios de los inspectores o policías a cargo de un caso para con los implicados en él es algo que resulta muy frecuente en todo tipo de ficciones criminales, ya sean televisivas, cinematográficas o literarias, y que, cuando es el rasgo predominante, despierta en mí una antipatía visceral e irredimible hacia el personaje en cuestión. Nils Trojan presenta otros rasgos que atemperan esa bordería, por lo cual, si hay una segunda entrega de sus andanzas, y visto que La huella del pájaro me ha gustado, probablemente la lea; pero no puedo evitar ver en esa mínima línea narrativa de Max Bentow una pequeña crítica, no predominante en la novela, desde luego, pero sí lo bastante presente para ser tenida en cuenta.