La razón por la que me lancé de cabeza a leer La importancia del quince de febrero es que está escrito por Sofía Rhei, la autora que me fascinó con El bosque profundo y que me cautivó por completo cuando la conocí en persona en una de sus presentaciones. No me importó que fuera una comedia romántica, un género que no suelo leer, porque sabía que Rhei es una escritora todoterreno, capaz de hacer disfrutar con cualquier tipo de historia.
En La importancia del quince de febrero nos cuenta la historia de Sandra, una chica de treinta años que es guapísima, aunque no se preocupe por su aspecto, y que por suerte cuenta con el asesoramiento de su amigo gay, que tiene un gusto exquisito para la moda. La pobre lleva un año en crisis porque su último novio la dejó el día de San Valentín (de ahí el título de la novela). Al llegar otra vez esa fecha en la que todas las parejas gritan a los cuatro vientos lo enamoradas que están, sea verdad o no, Sandra deja de esperar que la suerte llame a su puerta y decide poner todo de su parte para encontrar al novio perfecto. La paradoja de Fermi y las citas de Isaac Asimov la llevan a tramar un arriesgado plan: robar información confidencial de su empresa, que hace negocio con los datos personales de miles y miles de clientes, para deducir las variables estadísticas que determinan el éxito de una relación. Y crea una app infalible para encontrar la pareja ideal. Un informático majísimo le echa una mano, pero ella ni siquiera le presta atención. En cambio, se echa a los brazos del hombre elegido por su algoritmo, que por supuesto es joven, guapísimo y multimillonario. Trío amoroso al estilo Jane Austen.
Reconozco que me desconcertó que La importancia del quince de febrero cumpliera, a priori, todos los tópicos de la novela romántica, esos por los que no soy asidua a este género. Pero lo que esperaba de Sofía Rhei acabó apareciendo: en realidad, se ha servido de esos tópicos para mostrar el lado tóxico del romanticismo. Y la novela está llena de elementos que trascienden a la historia de (búsqueda del) amor que le sirve de eje, y que a mí me han encantado: ese personaje secundario de la bibliotecaria obsesionada con recuperar un libro que no ha sido devuelto en el plazo; ese cara a cara entre la Sandra mujer y la Sandra psicóloga; esas continuas referencias a Asimov; esa demostración de cómo las redes sociales nos tienen absolutamente analizados y controlados; ese reflejo de todo tipo de relaciones amorosas y cómo pone en primer plano la importancia de descubrir nuestra Verdadera Voluntad, como aprendió Bastian en La historia interminable.
Creo que, con todo esto, Sofía Rhei ha conseguido la complicada tarea de agradar a los lectores habituales de este tipo de historias y a los ocasionales como yo. E irremediablemente me viene a la cabeza una de las maravillosas citas de Isaac Asimov que aparecen en el libro: «Tus prejuicios son las ventanas a través de las que miras el mundo. Límpialas un poco de vez en cuando o no dejarán entrar la luz». Y me alegro de haber limpiado mis prejuicios con la novela romántica gracias a La importancia del quince de febrero de Sofía Rhei. Porque a veces es necesario recurrir a tópicos para poder desmontarlos.