La intrusa

La intrusa, de Éric Faye

La-intrusaEste libro se inspira en hechos reales. Y en este caso, es muy cierto aquello de que la realidad supera muchas veces a la ficción.

Vivimos muchas veces inmersos en nuestras vidas, observando con atención nuestros relojes para llegar a tiempo, mirando al frente sin pararnos a mirar atrás a aquella persona que nos ha saludado. Vivimos absortos en nuestro propio mundo sin pararnos a pensar que las vidas que se mueven a nuestro alrededor tienen una importancia mayúscula. Pero así somos muchas veces. Contemplamos el techo bajo el que vivimos sin pararnos a pensar la suerte que tenemos, giramos la llave y creemos que con eso estaremos a salvo, y nos arrellanamos en el sofá mientras disfrutamos de la buena música, aunque sea en solitario. Pero, ¿qué sucedería si os dijera que esa ceguera nos imposibilita observar que, lo que nos depara el presente, es mucho más que lo que solemos vivir?

Shimura tiene una vida solitaria, perfectamente estructurada, y sin ninguna fisura. Pero un buen día, nota que las cosas empiezan a cambiar de sitio, la comida desaparece. Será entonces cuando instale una cámara de video en su propia casa y descubra que, una mujer, ha estado viviendo, durante mucho tiempo, al otro lado de la puerta de un armario.

 

Resulta curioso como una pequeña novela como lo es “La intrusa” haga reflexionar con tanta viveza sobre cómo vivimos últimamente las personas nuestra existencia. El párrafo anterior ilustra que, inmersos en un mundo de ciegos, nos consideramos personajes solitarios que centrarnos únicamente en nuestra realidad, sin sentir que los cambios que se producen a nuestro alrededor, también nos van cambiando por dentro. ¿Y qué deberíamos hacer entonces? ¿Ampliar el foco o permanecer en el punto donde nos sentimos cómodos? Y así vamos encarrilando los días, sin que los trenes se salgan de sus vías, hasta que un golpe del destino (aunque a mí siempre me ha gustado más llamarlo suerte) nos trastoca lo que teníamos construido hasta el momento. Eso es esta novela: un golpe de martillo en el corazón de nosotros, que nos mueve por dentro y nos hace replantearnos lo que habíamos conocido siempre.

La historia que se cuenta aquí es real. Salió publicada, como bien dice Éric Faye, en la revista Ashai. Y sorprende todavía más, precisamente por eso, porque de un suceso real, de un suceso que en un principio a nosotros podría parecernos brutal por lo extraordinario del caso (¿quién se puede imaginar encontrarse, en su casa, escondida a una mujer que no tiene donde vivir?) pero que una vez conocido, una vez estudiadas todas las partes con la maestría de las que hace gala el autor de la novela, nos hace sentirnos pequeñitos, como si dentro de nuestro mundo se hubiera instalado una pequeña mota de polvo que nos hace lagrimar el ojo, y que cambia todo lo que habíamos conocido. Así es como de un hecho real se puede sacar algo extraordinario. Porque en la vida real, nos encontramos tantas veces historias asombrosas, que es un placer conocerlas de primera mano, escritas por un autor que recibe todos los honores de un lector ávido como yo de nuevas historias que consumir.

“La intrusa” no es sólo las vidas cruzadas de dos personas que no se conocen, pero que han vivido durante tanto tiempo juntos, puerta con puerta, sin saber nada el uno del otro. Lo que se guarda aquí dentro es una porción del mundo en que vivimos. Porque como decía antes, inmersos en un sentimiento de egoísmo, no pensamos en lo que hay detrás de los actos de los demás, y es ese punto, ese minúsculo quiebro en la realidad, el que nos indica que entender lo que hacen los demás, lo que nos rodea, tiene mucho más significado del que nos esperábamos. Porque a veces simplemente el amor, el sentimiento de volver a tener lo perdido, se aferra a nosotros con tanta fuerza que sería imposible no hacerle justicia, no movernos a su ritmo.

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