Mi padre era un apasionado de la lectura y de la historia, así que por mi casa siempre hemos tenido un montón de libros y revistas de esta temática. Le recuerdo siempre con un libro bajo el brazo o sentado en su sillón leyendo alguna novela histórica. De hecho, creo que en los últimos años casi lo único que leía era este género. Sabía mucho al respecto, como podéis imaginar. Alguna que otra vez tuvo que resolverme dudas cuando estaba en el instituto y tenía exámenes de historia. Y es que, a pesar de todo lo que os he dicho, la asignatura de historia nunca ha sido mi fuerte. No sé cuál es el motivo, porque en realidad era una asignatura de esas de empollar y a mí lo de estudiar nunca se me ha dado mal. No voy a echarles la culpa a los profesores, ni siquiera a aquella profesora que tuvimos durante un año y a la que llamábamos “La Pepi” porque repetía muchas veces cuando explicaba la palabra impepinable.
El caso es que como siempre he llevado la asignatura sin pena ni gloria me da mucha rabia no saber ciertas cosas, porque me parece realmente interesante. También me da vergüenza que un día me pare Carlos Sobera por la calle y no pueda yo llevarme los millones porque la pregunta sea sobre historia, para qué os voy a engañar. Así que he intentado en estos años suplir mis carencias estudiantiles con la lectura histórica. Obligándome en ocasiones, lo confieso.
Cuando supe de la publicación de La línea del tiempo me emocioné mucho (soy así de fácil de contentar). Me encantan los libros ilustrados y me encanta aprender sobre historia: este libro está hecho para mí. Vale que la editorial Maeva lo haya publicado en su línea Young y que me pille quizás algo lejos la adolescencia, pero os prometo que el libro es una maravilla que puede gustar tanto a los jovencitos como a los no tan jovencitos. Y es que cuando un libro de este tipo está bien hecho es un disfrute para todas las edades.
Como no podía ser de otra forma, este libro arranca con el Big Bang y llega hasta el año 2015. Toda nuestra historia concentrada en unas pocas de páginas. Impresionante.
Cada periodo de la historia es una línea del tiempo ilustrada maravillosamente. El ilustrador belga Peter Goes es el autor de las geniales ilustraciones. Me recuerdan a aquellos libros de ¿Dónde está Wally? que podías pasarte horas mirando no sólo para encontrar al dichoso Wally, sino por todos los detalles que había en cada página. No es que se parezcan artísticamente hablando, pero las ilustraciones de Peter Goes tienen tantos detalles que en cada página puedes pasar un buen rato perdiéndote en los dibujos. (Y si lo acompañas de una taza de café, puedes echar la tarde tranquilamente). Su estilo, sus colores y sus trazos son muy característicos. Creo que después de este libro sabré reconocer una ilustración suya a primera vista.
Como os decía, toda nuestra historia está genialmente concentrada en este libro. Cada periodo cuenta con una breve presentación de la época y lo que sucedió en ella en términos más generales. En las ilustraciones, las verdaderas líneas del tiempo que abarcan casi toda la página, encontramos pequeños textos y apuntes sobre hechos y personajes de ese momento. Explicado así quizá no os hacéis una idea, por eso, si realmente os interesa, tenéis que tener este libro. No os vais a arrepentir, os lo prometo.
Es cierto que no es un libro para aprender historia, al menos para los adultos, porque se supone que son cosas que ya hemos estudiado, que debemos saber o que incluso hemos vivido. Aunque confieso que hay tantas anotaciones en las ilustraciones que hay datos que yo no sabía. Para los jóvenes me parece un libro esencial por su original manera de presentar la historia. Yo voy a regalárselo a mi sobrino que va a cumplir once años y estoy segura de que le gustará y le ayudará a aprender. Para los adultos La línea del tiempo es un libro realmente original e interesante con el que entretenerse y disfrutar.