Si por algo es conocido Graham Moore es por su guion de The Imitation Game (Descifrando Enigma), biopic de Alan Turing por el que se llevó un Oscar. Quizá precisamente como homenaje al cine y a sus traducciones sui generis de los títulos, su segunda novela nos llega ahora en castellano como La luz de la noche, cinco palabras bastante lejos de las originales The Last Days of Night.
Haya acertado o no con el título, lo que está claro es que el editor no podía ser otro que Lumen, dado que toda la obra gira en torno a la lucha por la patente de la primera bombilla eléctrica. Thomas Edison frente a George Westinghouse, la pujanza de Nueva York y del capital financiero frente a la resistencia de Pittsburgh y de los empresarios de la vieja escuela.
A medio camino entre la novela histórica y el relato de intriga, La luz de la noche nos sitúa en el último par de décadas del siglo XIX, en unos Estados Unidos que estaban a punto de confirmarse como la primera potencia industrial del globo justo cuando la industria era, precisamente, la actividad más importante. El jovencísimo abogado Paul Cravath, genio precoz casi recién salido de la Universidad de Columbia, guía la narración en primera persona por los entresijos del proceso abierto entre los dos titanes. Ha sido contratado por Westinghouse para defenderse de las más de trescientas demandas con las que Edison pretende hacerse con la exclusiva de la producción de la bombilla eléctrica, amparándose en el hecho de que la primera patente conocida, o eso piensa, es suya.
El trabajo de Cravath irá mucho más allá los tribunales, y la extensión del asunto desbordará el litigio inicial sobre la bombilla y se extenderá a algo mucho más amplio e importante: electrificar el país entero. En esta lucha Cravath no solamente tendrá que hacer frente a la Edison Electric, sino que también habrá de vérselas con sus propios socios en el bufete, con la clase dirigente neoyorquina y con la prensa, cuyo poder naciente comenzaba a hacer y deshacer imperios. Como no podía ser de otra manera, encontrará su principal combustible en el amor, el de su familia y el de Agnes Huntington, una bellísima cantante que se pondrá de su lado y será una pieza clave en la mayoría de sus avances.
Por las quinientas páginas de La luz de la noche transitan todos aquellos que pintaban algo en el Nueva York de finales del XIX, tanto a nivel intelectual como político y económico: J.P. Morgan, Alexander Graham Bell, Nikola Tesla o Rockefeller, entre otros. Moore los describe con detalle así como a la sociedad del momento. También se detiene, aunque menos, en los detalles técnicos de las reclamaciones de Edison y Westinghouse, en las diferencias básicas entre la corriente continua y la alterna y en el estado, entonces, de las leyes de protección de patentes y de propiedad industrial. En ese sentido, en el de la ambientación y la documentación, no se le pueden hacer muchos reproches a Moore, que narra de manera solvente y describe de forma amena. Hay continuos giros y sorpresas en la historia, casi todos los capítulos tienen finales abruptos (cliffhanger, si lo prefieren) y la intriga se mantiene hasta el final, lo que termina proporcionando un libro bastante entretenido.
Como el propio autor se encarga de explicar al final del texto, la novela contiene una gran dosis de invención, así que los más amantes de la Historia, con mayúsculas, echarán de menos cierto rigor. También se le puede echar en cara el abuso del deus ex machina como método de resolución de (bastantes) escenas y encuentro el personaje principal bastante inconsistente; durante gran parte de la novela parece más un hombre de paja, pusilánime, que un brillante abogado de Columbia, y de la noche a la mañana se nos ofrece como un titán que termina de salvar la situación en solitario.
En todo caso, con pequeños fallos o sin ellos, la novela consigue no dar tregua al lector y se termina en un suspiro. Tiene todas las papeletas para ser un taquillazo cuando, si todo sigue como está previsto, llegue a las pantallas en 2018, con Eddie Redmayne de nuevo en el papel protagonista. Así que ya saben, si son de los que prefieren el libro y no quieren esperar, ya pueden ir incluyendo entre sus lecturas de verano.
La luz de la noche, de Graham Moore
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