La madre de Frankenstein, de Almudena Grandes

 

La madre de FrankensteinHe leído todos los libros de la Colección: Episodios de una guerra interminable, de Almudena Grandes, publicada por Tusquets. Podría decirse que, salvo alguna excepción he leído prácticamente toda la obra de esta autora, y digo prácticamente porque puede que haya un par de títulos que tenga pendientes. A todos les he sacado algo interesante. En unos la historia en sí, en otros la recreación del tiempo y del lugar, su forma tan directa, elocuente y bella de narrar … Tengo que decir que mi debilidad en esta colección sigue siendo El lector de Julio Verne, pero entiendo perfectamente que a cada cual haya uno que le haya dicho cosas especiales. También La madre de Frankenstein me ha gustado mucho y es por ello que vengo a animarles a leer este nuevo libro.

Pero todo el que haya leído libros como Las edades de Lulú y o El corazón helado sabe que de la lectura de Almudena no se sale nunca como se entró. No la conozco personalmente, hace un tiempo iba a ser la ocasión pero llegó a España una pandemia terrible que le impidió presentar este libro en Zaragoza… Ya saben de qué les hablo 😉 ¡Pero conozco a su marido!…, y NO siendo, como saben todos los que leen estas reseñas, una gran mitómana, quiero reconocer públicamente que pasar una velada con García Montero fue tan interesante que la imagen de Almudena se difuminó. Supongo que ella no va a leer esta reseña pero si así fuera me gustaría que le interesase acercarse a visitarnos por la comarca de Cinco Villas, una tierra con mucha historia que seguro le inspiraría alguna nueva novela.

Almudena Grandes es una maestra en hacernos entrar directamente en vidas y tiempos diversos desde las primeras páginas, así que en este caso, con La madre de Frankenstein, no iba a ser de otra manera, y nos lleva de un salto del momento del parricidio cometido por Aurora Rodríguez Carballeira sobre su hija Hildegar el 9 de junio de 1933 en Madrid, tema que siempre me ha interesado muchísimo, tanto el parricidio en sí como las vidas de la madre y de la hija, hasta 1954, año en el que nuestro protagonista, Germán Velázquez, psiquiatra, e hijo del psiquiatra que conocemos al inicio de la novela porque hace la primera evaluación psiquiátrica de Autora, regresa a España tras su curiosísima salida en 1939.

Y el joven que marcho regresa a España desde Suiza quince años después convertido en un famoso psiquiatra, pues al llegar a Suiza el doctor Goldstein, amigo de su padre, lo acoge como si fuese un miembro más de su familia. Con métodos para trabajar muy distintos a los utilizados aquí, Germán regresa en plena época franquista y se reencuentra con lo que queda de su familia, y se incorpora a su nuevo trabajo en el manicomio de Cienpozuelos donde, precisamente, se encuentra ingresada Aurora.

¿Por qué regresa alguien en los años 50 de la independiente y próspera Suiza a una España gris y sombría? Esa es una de las partes más difíciles de entender de la historia, pero Almudena lo resuelve bien, convence al lector de que hay motivos por parte de Germán para ello. Uno de ellos que pesó sin duda en su decisión fue la familia.

Pero al llegar a España y empezar a trabajar conoceremos a otros personajes que serán fundamentales y que la autora retratará y mostrará en toda su profundidad, y a través de ellos veremos de cerca esa España de los años 50, esa España compuesta por millones de tristes historias, pero historias silenciosas, historias de supervivencia y humillación que cada uno lleva como puede…

Es un libro triste, la Madre de Frankestein es triste pero no gris, creo que hace un buen dibujo de la diferencia entre España y el resto de Europa en esos años, pero también nos recuerda de forma secundaria que hubo una II Guerra Mundial que afectó a toda Europa y a su forma de ser y pensar. He salido contenta de este libro que he leído en plena pandemia de COVID-19, cuando me era muy difícil centrarme en casi nada, pero Almudena Grandes es difícil que no arrastre al lector, porque cuando uno sabe ir más allá de la historia que cuenta y es capaz de trasladarnos a un lugar y época concreta, hace que surja la magia de la lectura, el viaje perfecto. Y yo he viajado a los años 50 y he estado en el manicomio de Ciempozuelos y he conocido a gente buena a gente mala y a gente regular… Como la vida misma.

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