Hoy os propongo hacer un viaje, un viaje al pasado. Debemos coger nuestra máquina del tiempo y dar marcha atrás hasta llegar a principios del siglo XX, para plantarnos en plena Guerra Civil española. Nuestra máquina del tiempo particular no tiene engranajes ni luces estrambóticas. Tan solo necesitamos un libro, en concreto, este: La maldad que sobrevive, de Imanol Guillén Allende.
Al abrir este libro nos encontramos en la época actual. Su protagonista, Ramón Arranz, está atravesando una grave crisis. Todo en su vida parece ir mal: tanto su matrimonio como su trabajo se están yendo al traste. Lo ha perdido todo. Él se cree que su vida no puede ser más caótica, pero lo cierto es que se equivoca, ya que un día recibe una carta en la que se dice que la casa de sus abuelos, aquella casa ubicada en Málaga que tantos recuerdos le trae, se ha puesto a la venta. Él, como movido por el destino, como si este le llevara atado de pies y manos, decide ir a aquella casa antes de que la vendan, descubriendo que esas cuatro paredes le van a traer mucho más que recuerdos.
Aquí es donde empieza una historia que nos llevará al pasado, a la Guerra Civil, ya que pronto descubriremos que los abuelos de Ramón tuvieron que luchar en bandos enfrentados en aquella horrible batalla, donde los bandos llegaron a carecer de ideales y donde era posible que un hermano se tuviera que enfrentar a otro hermano. Además, el tema de los símbolos franquistas que está tan en boga ahora mismo también saldrá a la luz, así como el mundo de la masonería. Temas que harán que reflexionemos y pensemos en cómo cosas que pasaron hace tantas décadas, todavía dejan huella en nosotros de una manera que da escalofríos.
Todos elementos tienen una finalidad básica: entretener al lector. Tenemos ante nosotros una novela puramente histórica, muy bien investigada y documentada, pero que no comete el error de quedarse únicamente ahí. El autor se preocupa por estudiar los elementos del thriller y la novela de misterio y los incluye de manera tenaz dentro de la narración. Con esta mezcla se consigue que el lector se enganche rápidamente a la novela, interesándose por la historia pero también por el misterio que envuelve la trama.
En este punto de la reseña tengo que hacer una aclaración importante, y es que yo no soy muy fan de las novelas históricas. Me interesa la historia, siempre lo ha hecho, pero no sé por qué, cuando cojo un libro de estas características, me acabo aburriendo con tantos datos y tantas referencias. En cambio, La maldad que sobrevive, no es un manual sobre la Guerra Civil, no es un compendio de fechas y datos que me hubieran hecho cerrar el libro a las cien páginas. Es mucho más. El autor, Imanol Guillén, se preocupa por darle al lector todas las referencias necesarias; sabe que estamos ante una novela de tintes históricos y es necesario ambientarla bien para que el lector no se pierda. Además, se preocupa por investigar y dar referencias verídicas para que el que tiene el libro entre sus manos, además de entretenerse, aprenda.
Pero, como digo, es una aprendizaje progresivo que se entremezcla homogéneamente con el misterio que rodea a toda la trama, y esto es lo que hace que personas como yo, que no están acostumbradas a leer novelas históricas, o que no les gusta demasiado, acaben por coger el libro con ganas para no soltarlo hasta que llegan a la última página.
En esto también ayuda la narración del autor: ligera y directa. Los datos se entremezclan con la trama de una manera muy concreta: como si el autor los dejara caer, como si los espolvoreara a través de la historia con la intención de que el lector se tope con ellos por casualidad. Con un personaje que no duda en soltar algún taco que otro de vez en cuando y llegando, de esta manera, al lector sin ningún tipo de problema. Creo que es un personaje con el que se empatiza muy rápido, ya que en cuanto empieza el libro vemos que es un poco desgraciado y tiene la capacidad de hacer pensar al lector que él también podría terminar en esa situación. Eso, la posibilidad de que nuestra vida se vaya al garete en cualquier vuelta de esquina, es lo que hace que el que tiene el libro entre las manos se compadezca mucho de Ramón y se alegre muchísimo más cuando este decide viajar a Málaga para encontrar lo que allí le está esperando.
Me atrevería a decir que es una novela que, aparte de hablar de la historia, del franquismo en concreto, y del misterio que sobrevuela la trama, también trata un tema fundamental e inevitablemente filosófico: el destino. El destino de una persona que tiene que rebuscar en el pasado para encontrar su propio futuro. No sé, es hasta poético, ¿no creéis?
En definitiva, este libro te gustará si estás buscando una novela de misterio con la que adentrarte en una época que —histórica y académicamente— fue tan fascinante, a través de la experiencia de un personaje venido a menos que podríamos ser tú o yo en cualquier momento de nuestras vidas y que, a través de un viaje al pasado, descubre que la vida merece más la pena de lo que se creía. Y yo, además de descubrir todo esto, también he hallado dentro de mí una pequeña mini-yo que está ansiosa por volver a adentrarse en otra novela histórica. ¿Qué me está pasando y dónde está la verdadera Ana?