Tengo que admitir que no soy muy fan de thrillers históricos, sobre todo de esos que tienen una gran campaña de publicidad detrás y que se declaran sucesores de El código Da Vinci o Ángeles y Demonios, de Dan Brown. Pero cuando hay uno que llama mi atención no puedo parar hasta tenerlo entre mis manos. Y eso es lo que me ocurrió cuando leí por primera vez la sinopsis de La Marca del Inquisidor, una historia basada en la Roma del siglo XVII. Y esa fue mi gran debilidad y el gran motivo por el que me decidí a leerlo, ya que soy una apasionada de los misterios y de la Roma antigua.
Y descubrí mucho más cuando me adentré en él. Ya no solo por la trama, muy bien construida y articulada, que no deja apenas ningún detalle en el aire, sino porque el autor plasma muy bien todo lo que quiere narrar. Desde su misterioso (¡misteriosísimo!) personaje principal, ya que nunca sabes lo que realmente se trae entre manos y si sus intenciones son buenas o malas, hasta la narración fluida y muy bien documentada. Y este último detalle se plasma muy bien en todos y cada uno de los capítulos de esta novela y es algo a valorar muy positivamente en un autor que quiere narrar todos los aspectos de la Italia del siglo XVII: tradiciones, costumbres, sociedad y modos de vida…
Respecto a este punto, me llamó sobre todo la atención la incidencia que Simoni hace en la Inquisición. Y me pareció muy interesante, no solo por el importante papel que juega en la historia, sino porque me hizo reflexionar y aprendí ciertas cosas de las que no tenía ni idea. Y pensar hasta qué punto se llegó durante este periodo histórico pone los pelos de punta, pero es necesario conocerlo. Y me ha gustado hacerlo de este modo, porque me ha hecho adentrarme e interesarme más por la historia.
Una historia que tiene la capacidad de hacerte viajar a la Roma antigua junto a sus personajes desde sus primeras páginas. Y no todos los libros tienen el poder de hacer eso y de, a la vez, atraparte y sorprenderte en cada uno de los capítulos. Y sí, quizás esta es una de las cosas que tiene en común con El código Da Vinci: esa increíble forma de tejer una trama excesivamente bien construida e interesante que te hace pensar en ella hasta mucho después de haberla leído. Pero creo que nunca son buenas las comparaciones, y en este caso menos aún, ya que esta obra tiene personalidad propia y nada que envidiarle a las famosas novelas de Dan Brown (y no es que estas no me apasionen).
Y qué más puedo decir… En este caso, no me gustaría revelar nada de La Marca del Inquisidor. Prefiero que seáis vosotros los que os adentréis “vírgenes” a esta novela. Y os animo a todos los que estéis en duda de si leerlo o no que lo hagáis (recomiendo, sin leer su sinopsis) y le deis una oportunidad. Tanto si sois fans de los thrillers históricos como si no. Me incluyo en este último grupo y debo decir que ha sido un gran descubrimiento. Ha merecido mucho la pena y por ahora ha sido una de las lecturas más fluidas de 2018. Y que hay ciertos libros que solo se venden por la publicidad que generan y por sus discursos promocionales y en cierta medida algo “engañosos”, pero hay otros libros que detrás de toda esa publicidad te sorprenden y te hacen pensar realmente. Este ha sido uno de esos casos y una enorme sorpresa para mí.
Pues es un libro que, a priori, no me llama nada; me cuesta mucho ponerme con las novelas históricas, pero he de decir que has hecho que tenga curiosidad por ella. No puedo decir nada más pero ese el principio del deseo de leer un libro…y por supuesto no leeré la sinopsis; no lo hago con ninguno; siempre me parece que destripan más que orientan…