La montaña mágica de Thomas Mann
Título: La montaña mágica
Autor: Thomas Mann
Editorial: EDHASA
Páginas: 1056
ISBN: 9788435017336
Hay libros escritos para leer sin prisa, para leer por el puro placer de la lectura. Autores que nos acercan a la literatura, no a historias concretas, sino a cosas de la vida, cosas que pasan, cosas que uno siente, que uno piensa.
Uno de estos autores es Thomas Mann. Y si hablamos de Mann debería hablarles de la que para mí es su gran obra, La muerte en Venecia (reseñada por mi querido colega Javier BR) y no me pregunten porqué pongo esta por delante de Los Buddenbrook, o de Doctor Faustus, incluso por delante de esta estupenda Montaña mágica, es lo que siento, es una obra que he leído y releído en un sinfín de ocasiones; pocas páginas para ahondar en un sentimiento profundo como la sima más oscura que uno pueda imaginar, esas lecturas que al mismo tiempo nos pierden en nuestra propia reflexión, la moral … Y esa Europa rígida y decadente que siempre arrastra a un trágico final.
Pero había venido yo aquí para hablarles de Mann y de La montaña mágica, una obra mucho más larga, mucho más densa, mucho menos literariamente democrática, pues no es una novela al alcance de un lector no experimentado. Pero es esta una lectura que agarra con fuerza si te introduces en la historia sin prisas, sin pensar en los cientos de páginas que tenemos por delante, páginas que esperarán pacientes nuestra llegada, porque una vez conseguida esta rutina lectora la novela se hace maravillosa.
Una vez que has leído a este autor es fácil entender que recibiese el Nobel de Literatura en 1929. Dicen que La montaña mágica estaría entre ese grupo selecto de las mejores novelas de todos los tiempos, otros seleccionarían por delante de esta Los Buddenbrook, en cualquier caso es difícil elegir una de entre la gran y extensa bibliografía de este autor, y es por ello que yo prefiero sencillamente ponerlo a él entre los grandes de la literatura, ya cada cual que seleccione su obra favorita.
En La montaña mágica, Mann nos habla de Hans Castorp, que, a pesar del gran número de actores que pasarán por esta larguísima obra, será el protagonista absoluto de la Novela. Hans Es un joven de clase acomodada que tras haber estudiado ingeniería se dispone a iniciar su primer trabajo, vive con sus tíos ya que es huérfano desde la infancia. El joven Hans antes de adentrarse en su nuevo trabajo se traslada, desde Hamburgo, hasta un afamado balneario situado en Davos Platz (Suiza), con la intención de visitar durante tres semanas a su primo Joachim, que se encuentra allí ingresado. Pero esas tres semanas se convertirán en siete largos años debido a que también su salud se ve resentida una vez instalado allí.
Un balneario que bien pudiera ser un micro mundo que le servirá para experimentar y madurar como persona, y naturalmente para aprender a valorar las cosas que realmente son importantes en la vida: La salud y el tiempo.
Joachim es también joven como Hans y de salud mucho más delicada pero hay cosas que ya tiene claras en la vida, su sueño es alistarse en el ejército. El empeño y la voluntad hacen que se recupere y pueda ver cumplido su sueño, pero la realidad es tozuda frente a los sueños, y al igual que es inevitable la guerra en Europa, es inevitable su recaída y regreso al Sanatorio en el que continua Hans.
Aparecen otros inolvidables personajes como Settembrini, para mí uno de los más extraordinarios de esta novela, un hombre que se abre paso para ser protagonista absoluto de la narración. Un humanista en el más amplio sentido de la palabra, filósofo, escritor, pedagogo… Y claro, encontrará en Hans al más receptivo de los pupilos.
Sólo les hablaré de otro de los personajes, de Naphta. Su aparición, ya avanzada la Noela se hace precisa, porque Settembrini necesita un rival dialéctico a su altura, creo que el autor nos presenta a través de ellos, y de sus pensamientos, esa Europa que se fractura ante las posiciones tan antagonistas que defienden y que les llevan, como a su vieja tierra, a un trágico final.
Europa, la moral, la enfermedad, el dolor propio, el ajeno, el amor… Y en todo y sobre todo, EL TIEMPO.
El tiempo, ese tic tac tan relativo del que el autor pudo hablar largo y tendido con Albert Einstein, la relatividad del tiempo le llega de primera mano, y la transmite a través de las palabras, que algunas ocasiones nos llegarán de forma monótona y repetitivas, y en otras cantarinas y animosas, o asustadas, o escandalizadas … Lo que pasa, en definitiva, no es EL TIEMPO, lo que pasa es NUESTRO TIEMPO, y eso asusta al lector.
Una obra, en definitiva, para disfrutar del arte literario.
Susana Hernández
Muy buena reseña de un buen libro. Me animaré algún día con Muerte en Venecia.
Leerás La muerte en Venecia y te gustará (Y te costará un mes menos que este jajajaj). Me alegra que te guste la reseña… No es fácil enfrentarse a la reseña de un clásico moderno
Lo leí hace tanto… y tengo muy (pero muy) claro que es ahora cuando debiera de leerlo, para disfrutarlo y exprimirlo. Pero necesito ese mes que comentas para leerlo, claro. Ahí está, sólo es tiempo (¡el nuestro, el mío!).
Gracias y un saludo
Así son las cosas… Como el tiempo. El libro se vuelve distinto con el paso del tiempo. Siempre presente ese tiempo pasado y por pasar 😉
Gracias a ti por el comentario
Ya has visto que no me he podido resistir, no pensaba venir hasta que no hubiera rumiado la mía, ¡peeero! como aún me queda un tiempo hasta que me ponga a ello, confío que de aquí a alli tu influencia (buena por cierto) se me haya olvidado.
¿De verdad que él hablaba con Einstein? Yo pensé que esa obsesión por el tiempo pudiera ser por el shock de su tiempo que tuvo que suponer la aparición de la teoría de la relatividad, y ya Thomas Mann le añade en la novela la parte filosófica.
S yo también me quedo con los dos rivales Sttembrini y Naphta, y es curioso pero el personaje de Joaquín, que no se planteaba nada, que sólo quería ocupar su lugar, sin analizar, sin rollos, cayera tan bien, a veces esa simplicidad en las personas se agradece.
Como no me puedes ya convencer con La Montaña. Mágica, que para eso la hemos leído juntas, vas y me convences con Muerte en Venecia. No creo que tarde, me ha gustado esas pistas malilgnas que dejas para que los demás sucumbamos, eso de la Europa rígida y decadente y los efectos de ese cinturón apretado en los demás. Sabiendo ahora lo mucho que le gusta rumiar a Thomas Mann en sus novelas, seguro que las reflexiones que salgan de ese protagonista de trágico final son como dices inolvidables, y para releer de vez en cuando.
A ver si nos animamos a una conjunta de esa novela también.
Un abrazo alicantino
Perdón!!! No me había dado cuenta de que no te había contestado!!!
Ahora sé que estas más cerca del tiempo de hacer tu reseña… ¿Cómo habra influido el tiempo en tu visión sobre lo que nos narra el autor?
Deseando estoy ver el resultado 😀
Besico desde el corazón de las Cinco Villas
Acabo de volver después de hacer ya la mia, y tengo que decirte que me ga gustado todavía más que la primera vez que vine. Se nota que eres escritora. Muy bien todo y ¡sin abrumar! Jajaja