Todos conocemos las proezas de los héroes clásicos. Bueno, igual no todos, pero sí muchos. Y puede que tampoco todas las hazañas, pero alguna sí. (Y no pienso cerrar más el círculo).
Conocemos la ira y fuerza de Aquiles, que tuvo que optar entre una vida corta y famosa o larga y anónima (esto aparece bien en la peli de Brad Pitt); Teseo venciendo al Minotauro en su laberinto, la inteligencia de Ulises y su idea del caballo de Troya, los doce trabajos de Hércules, Perseo y su aventura con la gorgona Medusa, Orfeo visitando el infierno, Jason y los argonautas, el mito de Sísifo (del que se dice en la Ilíada que era “el más astuto –o más tramposo– de todos los humanos por haber querido y logrado engañar a la muerte”), … y tantos y tantos héroes con sus preciosas, trágicas e injustas vidas que nos ha dejado la mitología griega y que sería difícil enumerar todas.
Y lo más curioso es que todos estos héroes griegos ya estaban muertos desde mucho antes de que la literatura que habla de ellos los glorificara. Eso es, precisamente, lo que les confirma como héroes: la gloria que sobrepasa su mortalidad.
Pero eso es lo conocido. Siempre nos hemos quedado con la parte por la que se les conoce, igual que en un cedé muchas veces nos quedamos con la canción que no hace sino radiarse una y otra vez. Luego ya oímos el resto del cedé con más atención, pero pocas veces profundizamos en la vida de los héroes y menos aún en su muerte.
En el fondo, sabemos tan poco de ellos como de sus muertes. ¿Cómo murió Hércules? Da risa, la verdad. Muchos diríamos sin dudar que en alguna batalla, y en realidad son tan pocos los que así perecieron. Incluso aquellas muertes que conocemos, puede que no las conozcamos del todo. Por ejemplo, si menciono a Aquiles todos conocemos que murió porque una flecha se clavó en su talón, pero… ¿quién la lanzó? ¿Paris? ¿Apolo? ¿Paris guiado por Apolo?
Y muertes en este libro las hay de lo más variado, extraño, e incluso gore en ocasiones. ¡Hay que ver, estos griegos no tenían control parental! … A veces se ofrecen versiones distintas de una misma muerte; otras veces, como en el caso de Perseo, no se sabe cómo murió, pero se nos ofrece la visión de un autor tardío, aunque también nos advierte que no es un mitólogo respetable.
También cabe mencionar que antes de hablarnos de la muerte del héroe de turno, nos cuenta un poco de su vida o de cómo llegó a ser “famoso”, cosa que viene muy bien, pues siempre hay aspectos que con el tiempo acaban confundiéndose en la memoria, o cosas o personajes que no ubicas o incluso de los que tan solo conoces el nombre.
La muerte de los héroes está dividida en tres bloques heroicos:
-Los héroes míticos: en donde se abordan personajes como Edipo, Hércules, Perseo, Orfeo, Teseo, Jasón…
-Los héroes homéricos: Ulises, Héctor, Aquiles… y un pequeño homenaje a los pequeños y anónimos combatientes de la obra de Homero, los que mueren sin gloria y a los cuales Homero no solo nombra (y son unos trescientos pero, tranquilidad, aquí no), sino que proporciona datos de cada uno para que el lector empatice con el ser humano que hay bajo el soldado.
-Tres heroínas trágicas: la mujer era sumisa y se dedicaba a la familia y a la casa. Los hombres gobernaban y luchaban y las mujeres poco más que estaban a su servicio. En este apartado se habla de tres mujeres (aunque hay algunas más) que se rebelaron contra ese sometimiento: Clitemnestra, Casandra y Antígona.
La muerte de los héroes es un libro instructivo, la mar de entretenido y divertido, con un lenguaje asequible, lejos de engorrosos academicismos ni alardes de erudición a destiempo. Un libro pensado para enseñar, para aprender y disfrutar leyéndolo.
Un lujo para mitólogos y no mitólogos, en definitiva, para todo el que guste de buenas historias y de algunas curiosidades.