Fue en la universidad, en una asignatura sobre movimientos artísticos contemporáneos, donde me enamoré de la historia del arte, los artistas y sus obras. Muchos son los movimientos que se han sucedido a lo largo de las épocas y todos ellos tienen su encanto, pero son tal vez el Impresionismo y el Posimpresionismo, que se desarrollaron entre las calles de Montmartre, dos de las etapas que más han dado de qué hablar debido al ritmo de vida de sus artistas y la gente con la que se relacionaban: Monet, Cézanne, Renoir, Toulouse Lautrec, Degas, Van Gogh, Picasso… son algunos de los pintores más famosos, tal vez sólo igualados por los renacentistas: Miguel Ángel, Da Vinci, Tiziano, Boticcelli, El Greco…
Al margen de las maravillosas obras que nos dejaron estos artistas, otra de las cosas que más despierta el interés de las generaciones posteriores, es la vida que llevaban en ese París bohemio al que iban todos aquellos artistas que querían aprender las técnicas pictóricas de la época, exponer y abrirse un hueco en el mundo del arte. El barrio de Montmartre, el Moulin Rouge, la absenta, el can can… todos estos elementos tienen un encanto especial que ha traspasado épocas y todavía hoy nos encandila. Se ha reflejado en innumerables ocasiones en películas y libros, y aún así no se ha convertido en una época y un tema que por trillado canse. Más bien todo lo contrario, sigue interesando al público y sigue siendo sinónimo de éxito.
En la literatura la diferencia no la marcan tanto la ambientación o el argumento como la manera en que se desarrolla la historia, bien sea por unos protagonistas carismáticos que nos hagan empatizar y sentirnos identificados a pesar de la diferencia de épocas, o bien sea por el estilo del autor. No todos los libros tienen que ser algo innovador y diferente, si no que lo relevante es que nos aporten algo durante su lectura: conocimientos, entretenimiento, emoción, identificación…
La mujer fuera del cuadro de Nieves García Bautista es una novela de ficción histórica con tres acciones en tres épocas y lugares diferentes. Por un lado tenemos a León Carbó, un joven barcelonés perteneciente a una familia adinerada de 1888, que no responde a las expectativas de su padre de iniciarse en el negocio familiar ya que su sueño es ser pintor y, para ello, viaja a París donde conoce a su musa: una modelo que posa para pintores, Madeleine Bouchard.
Por otro lado, tenemos a una niña de apenas diez años, que en Sitges en el año 1905, sólo puede pensar en viajar a París. Para quitarle el anhelo, su madre le cuenta la dura historia de Madeleine.
Por último, en 2005 tenemos a Efrén, un periodista afincado en Madrid que se ve obligado a dejar temporalmente el periódico en el que trabaja debido a un escándalo, y viaja a París para reencontrarse con su ex novia y mejor amiga, Samira, y retomar una novela que comenzaron juntos años atrás y que tiene como protagonistas a León y a Madeleine.
Ya he hablado en alguna otra reseña de la ola de autores españoles de misterio que han triunfado dentro de nuestras fronteras, pero los autores de novela histórica no se quedan atrás. A los míticos Arturo Pérez Reverte, Santiago Posteguillo, Almudena de Arteaga, Ildefonso Falcones, Juan Eslava Galán, José Calvo Poyato, Matilde Asensi… se suman cada vez más autores noveles que nos hacen viajar a través del tiempo a otras épocas y lugares. La diferencia, en los últimos años, es que el foco está empezando a ocuparlo la mujer y sus devenires a lo largo de la historia. Cada vez son más los autores que se animan a escribir sobre mujeres reales olvidadas por la historia o a escribir ficción histórica protagonizada por mujeres como reflejo de la situación de estas en las épocas pasadas.
A pesar de la variedad de personajes, que incluye a personajes reales de la época como Toulouse Lautrec, Degas, Picasso, Gauguin, Emma Goldman, August Strindberg, Paul Verlaine, Mary Cassat… la gran protagonista del libro es Madeleine, ya que todas las historias se conectan por ella. Su personaje y la historia en general, están inspirados en un cuadro real: Au Moulin de la Galette, conocido como La Madeleine, de Ramón Casas. Son este autor y su cuadro la fuente de inspiración de la autora para la historia de León y Madeleine, eje del libro y del resto de tramas. Son ellos dos también los personajes mejor caracterizados y que tienen un arco evolutivo más desarrollado. Pero si me tengo que quedar con uno es con el personaje de ella, ya que no sólo nos muestra el mundo artístico de la época, sino que con ella descubrimos la lucha de la mujer durante esos años, una de las partes más duras del libro.
Modelos, cantantes, bailarinas, prostitutas, lavanderas, costureras… en La mujer fuera del cuadro aparecen varios personajes femeninos que no se conforman con el lugar que la sociedad de su tiempo quiere imponerles y luchan por tener la libertad de decidir qué hacer con su vida, aunque esto suponga introducirse en terrenos masculinos. Estas mujeres eran vilependiadas por ello y no solo por la sociedad, sus familiares masculinos más directos (padres, hermanos, hijos y maridos) eran en la mayor parte de las ocasiones los primeros en ejercer la violencia sobre ellas para frenar sus ansias de libertad y sus sueños. En este sentido, Nieves García Bautista, hace una gran labor mostrando el desprecio, la humillación y el maltrato al que en el libro son sometidas sus protagonistas femeninas.
Los artistas se peleaban por contar con ella para sus cuadros y carteles y durante varios años ganó un buen dinero. Ahora, sin embargo, ¿en qué ha quedado todo eso? ¿Alguna vez le importó ella al artista, al crítico que juzgó el cuadro, al marchante que lo compró, al público que lo aplaudió? Ninguno de ellos la valoró a ella, a la persona que se escondía debajo de aquella pose artificial. Ella era solo un encuadre, una forma, un conjunto de colores y texturas, un juego de contrastes. Ella no importaba nada. Ahora se da cuenta de que fue tan efímera, tan pequeña, tan limitada, como una estrella fugaz.
Lo más duro de todo es el parelelismo que el autor hace entre las historias de Madeleine en el pasado, y Samira en la actualidad. Ambas mujeres son maltratadas por sus maridos y necesitan un periodo de asimilación para abrir los ojos y darse cuenta de que no está bien, no es lo que quieren y tienen que salir de ello. Es un gran reflejo de que, a pesar de los años pasados y los grandes cambios sufridos en cuanto a libertad y derechos femeninos, los mismos hechos se siguen sucediendo y de que nos sigue quedando un gran camino por andar.
Las diferentes tramas y temas tratados a lo largo del libro están muy bien entremezclados, mantienen en todo momento la intriga y el interés que no decae a lo largo de las más de 500 páginas. Esto se debe, además de a la ambientación y a los personajes, al estilo marcado por la autora: sencillo, dinámico, con mucho diálogo y relatado por un narrador omnisciente que nos facilita la labor de entender a todos los personajes y sus circunstancias.
En definitiva, La mujer fuera del cuadro es una novela de fácil lectura que nos hará disfrutar de un buen argumento, trasladándonos a una de las épocas más interesantes de la historia, mostrándonos el estilo de vida que llevaban los pintores del París bohemio y poniendo el foco en la lucha de las mujeres para ser tratadas igual que sus coetáneos masculinos.
A mi me gustó bastante. Además es interesante cómo integra en la novela todos esos personajes famosos que hemos estudiado en nuestra juventud
Efectivamente, es una de las claves en esta clase de libros, ver cómo se integran personajes históricos populares y, en este caso, la autora lo hace muy bien. ¡Gracias por tu comentario, Marta! 🙂