“Nada es tan hermoso como en las novelas ni tan perfecto como en el recuerdo”, dice Màxim Huerta en La parte escondida del iceberg. Y no hay mayor verdad que esa. Es increíble cómo somos capaces de almacenar en la memoria nuestros mejores recuerdos. Y cuánto nos gusta perdernos en ellos, como si los estuviéramos viviendo de nuevo. Hasta que nos despertamos y nos damos cuenta de que no es posible, aunque lo anhelemos más que nada en el mundo…
Sin embargo, no todos los recuerdos que tenemos son positivos. Y de esto trata La parte escondida del iceberg. ¿Cómo sobrevivimos a los recuerdos que nos impiden avanzar? ¿Cómo podemos reencontrarnos a nosotros mismos cuando nos abandonamos al pasado?
Y es que hay recuerdos que se instalan en nuestras mentes y se empeñan en quedarse y atormentarnos durante demasiado tiempo, el suficiente para ser insoportable. Y de esto sabe mucho Màxim Huerta, un autor del que (desgraciadamente) no había leído nada hasta aventurarme a leer esta novela, que nos relata uno de sus viajes a París con el objetivo de alejarse de aquello que le impide ser feliz, del pasado que no desea rememorar, para encontrarse a él mismo.
Un viaje que nos hace reflexionar junto al escritor sobre la periodicidad de nuestros recuerdos, lo esencial del olvido y la importancia de los detalles que nos hacen amar la vida. Un paseo por la ciudad que amamos, una librería en la que perderse horas y horas, un buen café por las mañanas, un buen rato con la familia…
Me ha encantado la forma que tiene Màxim Huerta de relatar un hecho triste, y aún así, hacer que en toda la novela se respiren ganas de vivir. Que a pesar de todo, solo vivimos una vez, y debemos hacer todo lo posible por hacer que merezca la pena. Que todo ese pasado que nos hace anclarnos en tiempos felices se transforme en más energía para el futuro que está por venir, que podría ser igual de bueno. Pero qué difícil es que nos entiendan cuando lo estamos pasando mal, cuando nuestra mente se niega a dar un paso hacia delante, a recuperarse de lo que hemos perdido.
Y es que este libro también trata del amor, de cómo nos aferramos a él a pesar de que se nos haya escapado de nuestros dedos muchos años atrás. De lo felices e infelices que nos hace a la vez y de su poder de hacernos sentir vivos, aunque estemos en el frío más absoluto.
Aunque no lo esperaba, en esta novela he logrado encontrarme reflejada en muchas de las situaciones que vive el narrador. ¿Quién no ha amado y ha sufrido? ¿Quién no consigue olvidar aquello que le ha hecho feliz en el pasado? Y cómo, al final, superamos todo. Porque el ser humano es capaz de hacer lo imposible. En París y en cualquier sitio… Pero, en especial, en París. Para mí, es una ciudad que respira magia y romanticismo en cada uno de sus rincones. Y sí, para mí también es el mejor lugar para recomponer hasta el más roto de los corazones.
La parte escondida del iceberg es una novela íntima y extremadamente sincera, con un ritmo algo lento, pero que se saborea desde el principio hasta el final. No dejaré de leer a este autor, que me ha sorprendido tanto con su maravillosa forma de escribir y que, además de hacerme disfrutar con su historia, me ha hecho viajar a París de nuevo y pasear por sus calles como si fuera la primera vez. No sé qué tendrá esta ciudad que nos ha enamorado a ambos y a cientos de millones de personas más…
Pues no me acababa de animar a leer a este mozo (los famosos prejuicios) pero me voy a lanzar y lo leeré, gracias
Espero que te guste tanto como a mi. Gracias por leerme ?