Reseña del libro “La particular memoria de Rosa Masur”, de Vladimir Vertlib
Podría decir que no leo libros de Historia, pero no le estaría diciendo a usted toda la verdad (algo (esto de decir la verdad), que suele pasar habitualmente en esos libros de Historia que por eso mismo nunca leo). Y ahora le explico el galimatías, no se me revuelva todavía.
Lo que vengo a decir aquí hoy es que lo único que en realidad hacemos los de mi especie y condición (usted y yo, vamos) no es otra cosa que leer libros de historia, en realidad
Lo que pasa es que son otros libros de historia. Libros de historia con h minúscula. Sin verdades absolutas, ni pruebas o estudios irrefutables de motivos espurios. Y espero que no se me molesten algunos. Pero es que la historia del ser humano no es una línea recta de calaveras más o menos insignes. Y aunque sea una, ni tiene por qué ser grande ni tampoco suele ser libre. Esto lo que hay (pero puede usted ponerse el NO-DO)
La historia no son las efemérides, ni los monumentos, ni los reinados ni los descubrimientos o las putas guerras. La historia de verdad, la que debería promoverse más es la de los relatos concretos y personales. Las tragicomedias mundanas como las nuestras. Las vidas pasajeras de la gente, las de aquí o las de allá, qué más da. Esas que, cuando la buena literatura las dibuja con trazos de fina ficción, nos sirven para entender un poco mejor este extraño lugar donde nos han puesto sin nuestro permiso. Ese lugar común del quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos (y que nos hemos bailado hasta la saciedad usted y yo en algún garito de mala muerte).
La particular memoria de Rosa Masur, del escritor ruso en el exilio Vladimir Vertlib es uno de esos libros de historia. Uno de los buenos, sin ninguna duda. Porque, como le digo, no hace falta escribir una enciclopedia de diez tomos (y me juego el cuello a que sesgada de principio a fin) para que la gente conozca la historia del pueblo ruso a lo largo del siglo XX. (Y porque hay que cuidar del medio ambiente también). Y, principalmente, porque si eres tan bueno como Vertlib podrías hacerlo en 500 páginas vibrantes llenas de odio, terror e injusticia, que son tres de las palabras más contemporáneas que existen.
Los judíos de Rusia en el siglo XX. ¡Fíjese que tesis!
Porque, ¿qué nos importan a usted y a mí los estudios históricos sobre las injusticias sociales al final de la Rusia zarista, o los pogromos judíos a lo largo y ancho de Rusia o Europa, el terror político-social del genocida Stalin, el exterminio nazi o el asedio a Leningrado cuando tenemos a la vieja Rosa Abramóvna Masur (madre y abuela de varios hijos y nietos, judíos todos y nacidos en Rusia como ella; gente anónima repartida por el mundo cual semilla de polen, haciendo su propia historia como buenamente pudieron a lo largo de un siglo de violencia extrema contra nosotros mismos), a la vieja y todavía lúcida Masur, como le digo, la abuela judía de Europa, sentada frente a nosotros y dispuesta a relatarnos (con dolor, inteligencia y cierto retintín) toda La Verdad y nada más que La Verdad del siglo XX en buena parte de Europa?
Es una pregunta muy larga, lo sé. Como el tiempo que recorre la novela.
Pero usted y yo sabemos perfectamente cuál es la respuesta.
En definitiva, la vida de la gente corriente, sus posesiones y sus costumbres, sus canciones y sus guisos, sus antepasados y sus leyendas, sus tragedias y sus venganzas, sus ideas o sus acciones configuran (y siempre lo harán) el verdadero rostro de la verdadera historia. No importa si se escribe con mayúscula o con minúscula. Las banderas, los reyes, los dictadores o las guerras son las consecuencias visibles de los actos invisibles. Son solo el horrible escaparate de nuestro desquiciado retail. La realidad está siempre detrás, justo en la trastienda.
O en la cocina de un piso comunal en Leningrado.
La particular memoria de Rosa Masur es un fabuloso canto a la particular memoria y a la tradición del (errante) pueblo judío.
La particular memoria de Rosa Masur también es un grandioso homenaje a la particular memoria de cada uno de nosotros, que contaremos nuestro tiempo como protagonistas del mismo, nunca como secundarios o meros espectadores.
La particular memoria de Rosa Masur también es, por supuesto, un ejemplo perfecto de la particular memoria de la literatura, de la novela.
Esa que aunque escriba sobre el pasado o hable en presente, lo hace siempre pensando en el futuro.