Con Philip K. Dick tengo sentimientos encontrados. ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? me encantó, y eso que su célebre adaptación cinematográfica, Blade runner, me dejó más bien fría (que nadie me apalee por esta opinión impopular, por favor). Ubik, mi segundo acercamiento a este autor, me gustó a ratos. Y El hombre en el castillo me defraudó muchísimo. El punto de partida era genial, pero el desarrollo, errático. Philip K. Dick tenía ideas visionarias, pero, en mi opinión, a veces no era capaz de explotarlas. Con ese miedo empecé La penúltima verdad.
Como en anteriores ocasiones, me atrajo la sinopsis: la Tercera Guerra Mundial ha provocado que la población se confine en factorías subterráneas, y solo saben del exterior por lo que ven en los informes televisivos. Así llevan quince años. Pero un asunto de vida o muerte obliga a uno de ellos a salir, y entonces descubrirá que la guerra acabó hace mucho tiempo y que llevan engañándolos desde entonces. Quizá hoy, en 2020, este argumento nos suene. ¿Cuántas películas y novelas han criticado la manipulación de los medios de comunicación, de la que nosotros mismos nos percatamos tan a menudo? Pero hay que tener en cuenta que Philip K. Dick escribió La penúltima verdad en 1964, cuando la televisión aún estaba en pañales.
Como buen autor de ciencia ficción, supo vaticinar el futuro. Justo esta novela transcurre en 2025, y viendo cómo está el panorama, la realidad que nos plantea no parece imposible ni lejana (estoy escribiendo estas líneas en plena reclusión por el Coronavirus). Pero ¿supo sacarle jugo a una idea tan potente? En líneas generales, diría que sí.
Philip K. Dick describe una sociedad en la que los humanos confinados se dedican a fabricar robots, que son los que batallan en el mundo exterior, supuestamente inhabitable. Creo que nadie considerará spoiler que diga que es una gran mentira en beneficio de las élites, ¿qué va a ser si no? El problema es que la situación ha llegado a un punto en el que ni vivir en el subsuelo ni salir parecen una buena idea. Y cuantos más detalles descubre, menos aún. Tendremos que acompañar al protagonista durante trescientas diecisiete páginas para ver si se une a esa gran mentira o desvela la verdad que cambiará el mundo.
Por si no hubiera suficiente material con esto, Philip K. Dick añade los viajes en el tiempo. No me convenció esa parte, que le resta credibilidad a una historia que, en principio, es tan posible. Otro detalle que juega en su contra es mencionar a la Unión Soviética, que inevitablemente nos recuerda que esta historia fue escrita hace muchas décadas. No obstante, está llena de elementos y reflexiones que merecen la pena y que nos hacen plantearnos nuestro mundo actual, objetivo que persigue toda novela de ciencia ficción que se precie.
En definitiva, La penúltima verdad no le ha arrebatado el puesto a ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? como mi novela preferida del autor, pero ha conseguido renovar mi confianza en él. Sin duda, repetiré con Philip K. Dick.
Concuerdo contigo. Aunque la novela tiene algunos tropiezos, como los que mencionas, tienen muchos puntos a su favor.
¡Me gustó muchísimo!
En cuanto a los libros que mencionas de él… Bueno, tampoco me gustó el Hombre en el castillo y Ubik me quedó a deber. Podrías acercarte a otro libro de él que se llama Una mirada a la oscuridad, quizás te agrade.
En este momento empezaré a leer Sivainvi… A ver qué tal.
Gracias por la reseña 🙂
Apunto tu sugerencia, Zelene. A ver si acabo de decidirme en esta relación de amor-odio con Dick.