Carol Danvers siempre fue una niña que, en una época en la que los niños jugaban al fútbol y las niñas con muñecas o a las cocinitas (una época que todavía sigue demasiado vigente) decidió que lo suyo era confeccionarse disfraces de astronauta, jugar con maquetas de cohetes espaciales y soñar despierta que alcanzaba las estrellas. Contraviniendo a un padre (posiblemente votante de PP, C’s o Vox) que le decía que se vistiera con faldas y buscara un marido muy machote que la mantuviera y a esa parte de la sociedad que todavía sucumbía a los tan pasados de moda, rancios, mohosos, inclusos putrefactos, roles de género donde el azul es un color de hombres y el rosa de mujeres, ella decidió que les jodieran a todos y se alistó a las fuerzas aéreas.
Ascendió, siguió ascendió, destrozando, haciendo añicos ese denominado techo de cristal que no es más que el miedo atávico de muchos hombres a que una mujer, igual, y en muchos casos mejor cualificada que ellos, alcance niveles jerárquicos de importancia en las empresas y que encima lo desempeñe con mejor y más eficiencia. Carol Danvers se convirtió, no sin antes verter sangre, sudor y lágrimas, en la flor y nata de la NASA. “Todos los oficiales al mando decían lo mismo: que era la mejor de la clase y la más rápida en ascender, la mejor de los mejores… para ser mujer.” La misma mierda misógina de siempre, el miedo del machito que se siente amenazado. Y entonces Carol, en uno de sus viajes espaciales, se encontró en medio de una batalla estelar entre dos razas alienígenas enfrentadas desde hacía mucho tiempo. Luchó valientemente, defendiendo a los débiles y, por accidente, se transformó en alguien que podía volar más alto, más rápido y más lejos. Se transformó en La Capitana Marvel.
En La poderosa Capitana Marvel: La colección completa los lectores podemos disfrutar de forma pormenorizada, sintetizada en unas pocas páginas y como electrizante preámbulo de un cómic notable, como Carol Danvers se convirtió en una de las heroínas (posiblemente en la HEROÍNA) más poderosa de Marvel; aunque algunos trolls de encefalograma plano opinen lo contrario, promoviendo boicots contra su versión fílmica y otras estupideces varias típicas de gente con sobredosis de pútrida testosterona y carencias graves de neuronas sanas.
En este tomo de más de 350 páginas editado por Panini Cómics la guionista Margaret Stohl concibe tres arcos argumentales, pero al ser continuaciones de otros eventos, o al concluir en otros hacen que, a pesar de que el trayecto sea muy ameno el final sea algo descafeinado. Con todo, en los arcos mencionados Danvers debe hacer frente a una fama que la apabulla, que no la deja dormir, que incluso medicándose le provoca terribles pesadillas; una ansiedad que, como a cualquier otro humano, un humano carente de superpoderes, la aboca a dejar de creer en sí misma.
No es lo que pasa, sino cómo lo afrontas, parece decirnos Stohl a lo largo de este tomo a través de las acciones de La Capitana Marvel, de una Danvers que a pesar de todo lidera de forma estoica al grupo Alpha Flight, que, desde la estación espacial que orbita alrededor de la Tierra y siendo la primera línea de defensa, custodian con profesionalidad, y con bastante humor, nuestro planeta azul; como por ejemplo de los Chitauri que, por desgracia, han sido detectados acercándose y no en son de paz.
Pero antes de que la ilustradora Michele Bandini nos muestre, con un dibujo de trazo límpido y estilo tal vez demasiado juvenil, una batalla por la supervivencia de la Tierra con tácticas militares que pueden llegar a recordar a El juego de Ender y con algunos guiños a Star Wars (¡Pew, pew, pew!), antes incluso que aparezcan aliados inesperados que vagan por la galaxia guardándola de peligros, la guionista natural de California nos presenta a un enemigo empeñado en secuestrar a niños de los campamentos terrestres de refugiados interestelares con extraños fines. Secuestros que parecen importar una mierda a la ONU. Aunque no es la premisa del cómic La Poderosa Capitana Marvel, la denuncia social está servida. Ramón Rosanas, catalán nacido en Badalona y que inició su andadura en esto de dibujar cómics en revistas españolas como El Víbora o Cimoc, gratifica en esta historia a los amantes de las viñetas con el diseño de personajes más maduro y que más destaca a lo largo de todo el álbum.
La dualidad del ser, nuestras complejidades psíquicas, esa lucha interna con nuestro lado oscuro es la idea principal para el tercer y último arco argumental titulado Orígenes oscuros, donde Carol Danvers queda atrapada en un universo gemelo, una imagen especular del nuestro donde todo está al revés. Los malos son buenos, los buenos son malos; mil veces leído pero igualmente divertido. Conservar la cordura en un lugar así es como nadar a contracorriente con las manos atadas a la espalda, es en esos momentos donde Carol deberá sacar fuerzas de flaqueza y creer en su fuerza mental, aptitudes que nada tienen que ver con disparar descargas de fotones con los puños o volar a la velocidad de la luz.
En definitiva, La Poderosa Capitana Marvel: La colección completa no va solo de una superheroína que debe enfrentarse a las vicisitudes propias de alguien de su condición, de un ser con unos poderes que la sitúan incluso por encima de una deidad, la guionista Margaret Stohl también explora, y con gran acierto, la humanidad, debilidades, sentimientos y temores, de la mujer llamada Carol Danvers.
“Citius, altius, fortius.”
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