En 1963, a tan solo dos kilómetros de Villena (Alicante), se halló el tesoro de vajilla áurea más importante de España y el segundo de Europa: entre brazaletes, armas y recipientes, sumaban nueve kilos de oro y seiscientos gramos de plata, además de algunos objetos de hierro. Los medios de comunicación españoles e internacionales se hicieron eco del asombroso hallazgo, que pronto fue conocido como el Tesoro de Villena. Además de su valor, el hecho de que las piezas fueran similares a otras halladas en el centro y norte de Europa, Egipto, Hungría, Portugal, Galicia, Extremadura y Cuenca, aumentó el halo de misterio en torno al Tesoro de Villena. Tiempo atrás ya habían aparecido restos de muros de viviendas y calles en el cerro de Cabezo Redondo, y los expertos al fin se volcaron en investigar el núcleo urbano que se había asentado allí durante unos quinientos años, seguramente entre la Edad de Bronce Tardío y el Bronce Final.
Los investigadores han expuesto muchas teorías, algunas de ellas, incluso, son excluyentes entre sí. Sin embargo, ninguno ha podido descifrar cómo pensarían aquellos hombres y mujeres; cuáles serían sus ritos y costumbres; cómo, cuándo y por qué viajarían a otras tierras ni qué pudo pasar para que terminara su época de esplendor. Y con La premonición de Safeyce, de Mª Rosario Mondéjar Martín, la literatura ha dado su propia versión de lo que ocurrió.
La autora ha estudiado todas las hipótesis y se ha servido de ellas para fantasear cómo era la vida en aquel poblado de Cabezo Redondo. En esta historia de ficción que abarca algo más de tres mil seiscientos años, aunque la trama se centre en el periodo de ocaso del poblado, que se cree que desapareció allá por el año 1200 a. C., nos narra la saga familiar de los grandes hechiceros que velaban por el pueblo, comenzando con Buyucu, que llegó para acabar con las desdichas de su gente, pasando por Safeyce, la primera hechicera mujer, y acabando con Silmaad, el último de su estirpe.
La premonición de Safeyce nos hace retroceder a un tiempo en que aquel lugar se llamaba Beyaz Dünya, que significa tierra blanca; el río Mediterráneo era conocido como río Entre Tierras, el río Vinalopó, como Dulz Almak y el río Guadiana, como Hurdak. Recrea las posibles creencias y ritos, las ambiciones y los anhelos de sus habitantes, el intercambio de historias y bienes con viajeros de lejanas tierras, que hablaban de lugares como Micenas o de las riquezas de Ramsés II. También nos hace viajar por España junto a sus protagonistas, recorriendo Murcia, Ciudad Real, Badajoz y la costa del final de la Tierra, que todos consideraban la puerta del inframundo. Y vemos volar los años entre sus páginas, hasta que los fenicios llegan a nuestras costas, poniendo punto final a la Edad de Bronce y dando inicio a la Edad de Hierro. Como cierre, recrea aquel día de 1963 en el que el arqueólogo José María Soler halló el Tesoro de Villena en el yacimiento de Cabezo Redondo.
Mª Rosario Mondéjar Martín sale airosa de su ambicioso debut literario. Son más de cuatrocientas páginas y se prodiga en detalles sobre la época, sin embargo, la narración fluye en todo momento. Yo me la leí en tres ratos, y pocas novelas logran que lea más de cincuenta páginas sin que apenas me dé cuenta. No me queda otra que darle la enhorabuena e ir al Museo Arqueológico Municipal de Villena. Estoy segura de que cuando contemple el tesoro, recordaré a Safeyce, Silmaad, Japtún y al resto de personajes de La premonición de Safeyce. Tal vez nunca existieron, pero Mª Rosario Mondéjar Martín me ha hecho creer que sí. Para mí, a partir de hoy, ellos también forman parte de la historia de Villena.
1 comentario en «La premonición de Safeyce, de Mª Rosario Mondéjar Martín»