La puerta del bosque, de Melissa Albert

la puerta del bosqueSi alguna vez has deseado que tu vida fuera como un cuento de hadas, eso quiere decir que nunca has leído verdaderos cuentos de hadas. En esas historias abundan las envidias, las traiciones y las venganzas, los abandonos, los raptos y los asesinatos. Incluso, a veces, los verdaderos monstruos son quienes menos esperabas. Nadie está a salvo en los cuentos de hadas; ni siquiera la protagonista, aunque haya nacido princesa; tampoco el verdugo, por mucho tiempo que lleve tramando su crimen. Y si no, échale un ojo a las historias de Angela Carter. Seguro que Melissa Albert, la autora de La puerta del bosque, se las ha leído.

La preciosa ilustración de la portada de La puerta del bosque —repleta de símbolos que iremos reconociendo a lo largo de la trama— nos deja claro que estamos ante una novela de fantasía, aunque no es precisamente del estilo que imaginamos al verla. No viajamos a tiempos lejanos ni a un lugar imaginario, sino a la época actual y a la ciudad de Nueva York. Allí han acabado Alice y su madre, Ella, tras vagar de un sitio a otro, siempre perseguidas por la mala suerte. Alice piensa que la culpable de su vida errática debe de ser su abuela Altea Proserpina, ya que su madre nunca ha querido que la conociera. Altea es la autora de Cuentos desde el Interior, una colección de cuentos de hadas oscuros y retorcidos imposible de encontrar ya en bibliotecas, librerías o internet, y que obsesiona a quienes en su día la leyeron. La excéntrica escritora vive recluida en una finca ilocalizable llamada el Bosque de los Avellanos, y Alice y su madre nunca han recibido noticias de ella, hasta que les llega el anuncio de su muerte. Alice cree que por fin su mala suerte terminará, pero la repentina desaparición de su madre le demostrará que eso solo es el comienzo de nuevos problemas. Y pronto descubrirá que la clave de todo está en Cuentos desde el Interior.

Melissa Albert nos plantea un interesante juego metaliterario, donde los protagonistas de su novela se convierten, a su vez, en personajes de ese mundo ficticio llamado Interior, y de esta forma, reinterpreta los mecanismos habituales de los cuentos de hadas, mostrándonos que siempre hay algo espantosamente real detrás de ellos. Y es que ese mundo de fantasía es duro y horrible, y aunque esté salpicado de una magia hermosa, en él ocurren cosas espantosas. Y lo peor de todo es que no ocurren por un motivo concreto ni las desgracias sufridas tienen moralejas que las mitiguen ni que dejen un poso de justicia. Interior no tiene reglas ni las quiere tener, y ni siquiera a la autora que narra los cuentos que dentro de él acontecen le importa lo que le suceda a sus personajes, y lo describe todo con indiferencia despiadada. ¿Quién querría vivir en semejante cuento de hadas? Por supuesto que Alice no, así que hará todo lo que esté en su mano para cambiar el final de su historia.

Y tú, desde el otro lado, no podrás despegarte de ella. Cuando termines La puerta del bosque no te quedarán ganas de protagonizar un cuento de hadas, porque tal y como Melisa Albert nos demuestra, vistos desde dentro son todavía más oscuros.

6 comentarios en «La puerta del bosque, de Melissa Albert»

    • Hola, Carlos:
      Me has intrigado con lo de los comentarios negativos de Goodreads y les he echado un vistazo. Coincido en que la portada crea unas expectativas que no casan con el tono de la historia. Pero a mí me enganchó y me pareció un juego metaliterario interesante. Si finalmente lo lees, pásate por aquí para compartir tu opinión.

      Saludos.

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  1. Yo lo leí porque la traductora del libro, Ana Mata, es también profesora de traducción en mi universidad y nos lo dio a conocer en clase. Siempre me han encantado los cuentos de hadas, así que este libro me llamó mucho la atención. A mi me encantó a pesar de su agridulce final, pero pienso que las malas críticas pueden venir de un público más adulto, ya que este libro está orientado hacia un público juvenil y tal vez les pueda parecer aburrido o simplón. Yo tengo 19 años y tal vez eso influya en el hecho de que me haya gustado tanto, pero aún así lo recomendaría.

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