Qué bien me lo he pasado leyendo este libro, qué bien escribe este hombre, qué placer supone tener un gran trabajo literario entre las manos y qué responsabilidad hacer la reseña de esta novela. Cuando los libros pasan al sobresaliente, yo me siento empequeñecer a la hora de valorarlos. Es como al que le gusta el fútbol, juega en el equipo del barrio y de repente tiene que jugar con Messi o Cristiano, que puede ser un gran honor, pero te acojonas o acongojas, como más os guste. Así que yo me quito el sombrero y pido permiso para poder hablaros de La sirena de Gibraltar.
Leandro Pérez vuelve a utilizar a Juan Torca que también fue el protagonista de su primera novela Las cuatro torres. Burgalés (como el autor), antiguo soldado, mercenario por el mundo y “auditor de conocimiento”. Lleva un tiempo en Madrid, medio retirado, intentando llevar una vida algo menos movidita, por decirlo de alguna manera, ahora corre por el Retiro cuando le apetece y se levanta cuando le da la gana. Ahora solo acepta algún encargo, casi siempre de su compadre, Luis Laguna, que dirige una agencia de detectives. Todo muy serio y formal. O eso dice. Está viudo y es padre de Rodrigo, un buen chico, un policía serio.
La novela comienza con la aparición del cadáver de Rebecca Cruz en el Manzanares. La chica es de Gibraltar y tiene dos hermanas gemelas, Maddie y Lisa, famosas porque son grandes nadadoras, de ahí el apodo de sirenas. Juan Torca sabe que el asesinato de la chica es el encargo que le habían propuesto hace un mes y que rechazó por instinto. Pero no le cuadran las cuentas, esa chica no es el perfil de víctima que le habían propuesto, hablaban de prostitutas. Su olfato ya le decía que la proposición tenía algo oculto, turbio y sucio. Se siente algo responsable por no haber alertado a las autoridades, pero lleva demasiado tiempo en el estrecho borde entre lo legal e ilegal y prefirió dejarlo pasar. Conoce a una de las hermanas gemelas, Madelaine, y el asunto pasa a ser algo personal, así que empieza a investigar con la ayuda de sus antiguos compadres, ya que el encargo suponía otro cadáver en Gibraltar y está seguro de que va a ser una de las hermanas gemelas. No cuenta todo a la policía, pero colabora con ellos, sobre todo por su hijo, al que no quiere meter en problemas.
La historia lleva un ritmo trepidante, es rápida y emocionante. Nos iremos con el protagonista a Bilbao, Málaga y Gibraltar. Recibiremos golpes, tiros y sustos. Nos emocionarán las palabras de Maddie Cruz, que nos va contando sus impresiones en un diario que lleva. Sentiremos la angustia de sus compadres y su hijo, cuando Torca vaya por libre. Es muy entrañable la relación con sus amigos. Hay malvados y sicarios. Una novela policíaca o negra completa, con un final inesperado.
Me gusta el personaje de Juan Torca, muy del estilo de Pepe Carvalho, de esos que te gustaría en una serie de novelas o de televisión. He visto a ratos a Clint Eastwood, aunque menos sucio que Harry. Hasta su falta de compromiso con las mujeres después de enviudar le va bien al personaje. Aunque eso no quiere decir que no sepa relacionarse con las chicas o no sienta nada. Se intuye algo más profundo.
Me ha encantado la forma de contarlo, la forma de escribir es una maravilla. Directa, rápida, efectiva, certera, sin florituras ni palabrería superflua. Ni falta ni sobra nada. Es que no sé cómo explicarme, es como si te lo estuviera contando un amigo, con un vocabulario sencillo, de andar por casa, pero el conjunto es brillante. Quizá muchos no están de acuerdo conmigo y esto abre alguna discusión, pero en algún momento de la lectura he recordado a algún personaje salido de la pluma de Arturo Pérez Reverte, en estilo y forma. Torca no es tan canalla como Falcó, pero se da un aire, ni es tan pícaro como Max Costa, pero podrían ser amigos. Las comparaciones son muy subjetivas, así que esto es solo una humilde opinión.
Dice en la solapa del libro que Leandro Pérez guardaba sus manuscritos en un cajón hasta anteayer y que ha escrito un par de narraciones que jamás publicará. Escribe en otros medios y me encantan sus maneras. El oficio de escritor es difícil aunque en algunos momentos se banalice, esto es muy serio. Escribir es mostrarse a los demás y eso da mucho vértigo. Señor Leandro Pérez, yo entiendo sus reservas, tiene pinta de ser muy exigente, pero hombre, si todo lo que tiene por ahí guardado es de este calibre, dispare, por favor.