Ari Thór Arason no tiene muy claro qué hacer con su vida. Ha dejado a medias tanto Filosofía como Teología, y lo único que ha conseguido terminar ha sido el curso de la academia de Policía de Reikiavik. No es que se le acabe el tiempo, no tiene más que veintipocos años, pero el contraste con su novia Kristín, una doctora en ciernes, es evidente.
El azar saca a Ari Thór de su marasmo. Es elegido para el primer puesto de trabajo para el que se postula: una vacante como agente en Siglufjördur, un pueblo pesquero al norte del país, lejos de la capital y de Kristín. Una mierda de empleo en un lugar perdido sumido en la oscuridad y cubierto de nieve durante gran parte del año, pero que Ari Thór acepta decidido a darle un empujón a su vida. Lo que no espera él, ni nadie en el pueblo, es que, poco después de su llegada, varios incidentes sangrientos van a sacudir la pequeña y tranquila comunidad de Siglufjördur y van a enfrentarlo a una inesperada investigación.
Ragnar Jonasson, el autor de La sombra del miedo, es el traductor al islandés de más de una decena de novelas de Agatha Christie. Viene al caso esta puntualización porque este libro, la entrega inicial de una serie de cinco, a lo primero a lo que recuerda es a uno de los volúmenes de la dama del crimen. Un whodunit a la islandesa con toques de domestic noir, en el que Jonasson pone a resolver la intriga a un novato que tiene más idea de cómo hablar con Dios que de cómo hacerlo con los sospechosos. Porque Ari Thór es demasiado joven para ganarse por canas el respeto de una comunidad muy cerrada y demasiado pizpireto para hacerlo por su sagacidad, y en ese equilibrio entre resolver sus dudas y tratar de no romper ningún huevo es en el que se mueve constantemente su quehacer en la novela.
Lo mejor y lo peor que se puede decir de La sombra del miedo es que cumple con los cánones de una novela de este tipo. Presenta a los personajes con detalle (a veces demasiado), establece un escenario escalofriante en el que la naturaleza es de por sí una amenaza y consigue transmitir la sensación de que en el pequeño Siglufjördur todo el mundo tiene algo que esconder. La sombra del miedo resulta sólido, sobrio, está muy bien estructurado y cuenta con buenas dosis de intriga y unas cuantas subtramas para mantenernos entretenidos en lo que se resuelve el misterio principal. Eso mismo se convierte en su debilidad, porque ya hemos visto pasar demasiadas novelas similares, empezando por las de la propia Agatha Christie, y porque durante la lectura son más los momentos en los que se dejan correr las páginas maquinalmente que aquellos en los que se pasan con ansia por saber lo que ha ocurrido.
En cualquier caso, este es un libro muy recomendable para quienes busquen una intriga sin estridencias, no excesivamente violenta, y aquellos que disfruten con las localizaciones exóticas y extremas. Y para los amantes de las series también. Aquello que Ragnar Jonasson siembra en La sombra del miedo da sus frutos en una segunda entrega, La muerte blanca, en la que Ari Thór repite como investigador, esperemos que con un poco más de experiencia y saber hacer a sus espaldas.