La sombra fuera del tiempo, de H. P. Lovecraft
El terror, en este caso, tiene una historia pegada a las plantas de sus pies. Hay una serie de personas a mi alrededor (aunque se encuentren a kilómetros de distancia) que me recomiendan algunas lecturas y ante las que caigo sin remedio alguno. Historias que no esperabas que cayeran en tus manos pero que una vez leídas se convierten en uno de esos lugares donde te gustaría haber permanecido más tiempo. Quizá sólo con la mención de H. P. Lovecraft ya debiéramos hacernos una idea de lo que nos vamos a encontrar aquí, y algunos de vosotros pensaréis que yo he tardado demasiado tiempo en encontrar a este maestro del género, pero lo que está claro es que, cuando uno entre en su mundo y se convierte, de la noche a la mañana, en un admirador acérrimo de su mundo, no importa si se ha tardado mucho o no en empezar a descubrirle, lo importante es que se ha hecho. Por eso tengo a personas que me recomiendan lecturas: porque de otra forma, me perdería un sin fin de historias tan impresionantes como ésta. Y eso que no es fácil hablar de ella, porque el mundo del autor es tan rico en imágenes que contribuir a aumentar la pasión por su obra se hace cuesta arriba, casi diría que harto imposible, pero aun así uno lo intentará, de la mejor forma posible, creando una reseña que nace de un mundo terriblemente oscuro, convertido en luz tiempo después de haber terminado la última palabra de su narración.
Nathaniel Wingate Peaslee sufre un colapso en mitad de una lección a sus alumnos. Será entonces cuando su vida cambie y decida recorrer el mundo para descubrir qué es ese horror que le atormenta en visiones. Al cabo de cinco años despierta, reanudándose el viaje para intentar desentrañar qué o quién ha sido él durante el tiempo que ha durado ese colapso.
La descripción más acertada para empezar a hablar de La sombra fuera del tiempo tendría que ser, sin lugar a dudas, que su lectura te deja sin respiración y con el aliento atrapado en la garganta mientras vamos descubriendo qué es lo que le ha sucedido a su personaje. Pero como todo en esta vida, resumirlo en solamente eso, sería no hablar de la descripción tan perfecta que su autor hace de los momentos oníricos, de las alucinaciones que aquejan al personaje principal, y también sería no hablar de esa sensación de vivir en otro mundo, de haberte introducido en algo extraño pero impresionante que sólo H. P. Lovecraft supo impregnar en sus textos. Pero es curioso que lo que más recuerdo de esta historia sea precisamente eso: la falta de aliento, de respiración, ese pequeño instante en el que uno se da cuenta que se ha metido de lleno en un mundo del que no va a salir tan fácil, indemne, sin ningún tipo de rasguño, porque nos estamos enfrentando a algo que se escapa a la comprensión humana. Su autor estuvo fuera de toda órbita, de toda lectura convencional que pudiera haber caído en las manos de nosotros, los lectores. Y así es como yo voy tejiendo poco a poco esta maravilla de relato, esta maravilla de edición, que se pega en las paredes de nuestro cuerpo, convirtiendo la sensación del protagonista en la nuestra propia, intentando descubrir el por qué, el origen, la razón de todo lo que ha estado sucediendo hasta ahora.
Si existir estuviera relacionado con las historias que leemos, con La sombra fuera del tiempo no sé en lo que me convertiría, pero lo que sí sé es que la vida, a pesar del terror que anega los párrafos que H. P. Lovecraft nos regaló, sería un lugar mucho mejor para todos nosotros. Uno lee este libro como quien espera un relato breve y poco intenso, descubriendo en solamente un minuto que su ignorancia será su mayor defecto en lo que resta de lectura. No estamos ante un texto simple, no es una historia sencilla, y no lo es no por su complicación, sino porque no he encontrado nunca a un autor que pudiera describir un mundo imaginado con la vivacidad con la que lo hace el autor, con esa pasión por el terror, por lo oscuro, por otras vidas y otras entidades, creando un universo propio, que será entendible cuanto más le leamos, cuando más nos introduzcamos en su forma de ver lo que rodeaba al ser humano. Me considero una persona ignorante en cuanto que hay lecturas que todavía no habían hecho acto de presencia en mi mundo particular, pero en realidad esa ignorancia me convierte en alguien afortunado porque, con el tiempo, uno puede encontrar narraciones como esta y descubrir que hay mucho más allá de lo que conocía, de lo que era el mundo en las cuatro paredes de las habitaciones que siempre he habitado. Nevsky lo ha hecho posible, y lo seguirá haciendo. Eso, sin lugar a dudas.