Desde que leí Piedras ensangrentadas creo que ya he seguido atenta a todas las novedades de Donna Leon, esta autora es nacida en New Jersey pero imagino que llevando más de treinta años residiendo en Venecia, podría considerarse como una veneciana más… ¿O no? Esa misma pregunta se hacen en algún momento en esta nueva historia de la autora.
Ya saben que yo no vivo en la ciudad que me vio nacer, Valls, tampoco en Zaragoza, donde pasé mi juventud y unos extraordinarios años de mis vida, ahora vivo en la Capital de la comarca de las Cinco Villas, una localidad agrícola en la que siempre digo que hay gente estupenda y un par de buenas iglesias que ver… ¡Y mucho Románico a todo nuestro alrededor! Los ejeanos son un poco como los venecianos, si no has nacido allí, nunca terminas de ser reconocido como tal, incluso aunque les hayas aportado algún hijo con el que ampliar su Registro Civil. 😀
Pero era de la novela de lo que yo venía a hablarles y no de mi vida, así que allá vamos. Donna Leon siempre ha sido muy comprometida con los temas que toca en cada uno de sus libros, y eso me gusta. En La tentación del perdón han sido bastantes las páginas que han quedado marcadas y debidamente subrayadas por mi lapicero.
“- ¿Usted cree que la Ley está bien hecha? – preguntó, cosa que sorprendió al commissario.
Brunetti no se sentía obligado y tampoco tenía ganas de dar su opinión sobre el sistema legal y judicial.
-Lo que usted y yo pensemos de la ley no importa.- se limitó a decir.
-¿Y qué importa?
-Que los inocentes estén protegidos. Eso es lo que las leyes deben hacer.
En el fondo, Brunetti no lo creía. Las leyes aprobadas por los que ostentaban el poder, estaban pensadas para mantenerlos en él. Si además protegían a las personas inocentes, perfecto; pero no se trataba más que de un efecto secundario de agradecer.
-No lo había pensado así. –confesó ella.
Brunetti, que tampoco, se permitió encogerse de hombros.
-Supongo que la mayoría de las personas no piensan mucho en la función de la ley. …”
Ya ven que fuerte nos entra en sus primeras páginas, concretamente en la 39, y es que en esta ocasión, los paseos por nuestra querida Venecia, van a tener que ver con la visita que una professoressa, compañera de Paola, (esposa de Brunetti) le hace a éste en la comisaria. Por otro lado andaremos también ocupados con un problema de filtraciones dentro de la Questura. Y como no, también nos asomaremos a casa de los Brnetti para compartir algún rato de convivencia familiar y poder hojear las lecturas de Guido, que en este caso será Antígona.
Muchas y muy interesantes son las cuestiones que plantea Donna Leon, una novela muy adecuada para debatir en cualquier club de lectura, pues son muchos los temas que nos plantea y que van derivando de la vida misma.
“El camarero se acercó a la mesa, pero Griffoni lo alejó con un gesto de la mano. Luego abrió la boca, la cerró y respiró muy hondo cinco o seis veces. Estiró el brazo y le posó la mano en el antebrazo.
-Discúlpame, Guido. Me pone fatal oír cosas así.
-¿Qué cosas?
-A hombres justificando la violencia contra las mujeres pensando que la gente creerá que no les quedaba más remedio. Estoy asqueada de oír cosas así y de que la gente se lo trague. La mató porque estaba perdiendo el control sobre ella; así de fácil. Lo demás es una cortina de humo que apela a nuestro deseo de sentirnos bien con nosotros mismos por se tan tolerantes con otras culturas. Pero es todo falso, falso falso. …”
Estas cosas tan estupendas pasan cuando coges un libro de esta autora, que nada está en la novela por estar, que todo es comentable y por ello sus novelas, siendo novela negra, son tan interesantes para poder desmenuzarlas en los clubs de lectura.
Y ya ven, en el fondo de todo ese título tan seductor: La tentación del perdón.
¿Quién no ha tenido alguna vez la tentación de convertirse en Dios todopoderoso y, dentro de sus posibilidades, perdonar malas actitudes o incluso hechos criminales?
Pues bien, si reflexionamos sobre este tema en la intimidad, a la vista de las noticias que tenemos cada día, podemos darnos cuenta de que en muchas ocasiones, aun no verbalizándolo, estamos perdonando comportamientos que no se corresponden con el ordenamiento jurídico, porque entendemos que la ley es muy dura o no tiene en cuenta las especiales circunstancias ¿A cuántos de nosotros nos repugna que alguien defraude a hacienda? ¿Qué tenga un pequeño negocio en casa sin pagar los impuestos correspondientes? ¿Pagar sin IVA? …
Muchos son los delitos que se comenten a nuestro alrededor a los que damos nuestro perdón o por lo menos nuestro mirar para otro lado…
¿Qué hará Guido Brunetti?
Cualquier día me marcho de nuevo a Venecia, antes de que deje de ser la ciudad que yo conozco, la ciudad que amo, con sus casas y sus habitantes venecianos, antes de que la invasión de los trasatlánticos la inunde por competo y se convierta finalmente en una especie de Disneyland Venecia.