No sé si es buena idea empezar esta reseña diciendo que a mí la Historia nunca me ha llamado la atención. Y eso que yo estudié letras puras. El Latín, el Griego y el Arte me gustaban muchísimo, pero la asignatura de Historia… me hacía tener pesadillas. Nunca supe entenderla y mucho menos estudiarla. Se me atragantaban las tardes en las que tenía que subrayar páginas y páginas de hechos pasados hace tantos años. Por no hablar de los exámenes… Historia fue la única asignatura que manchó un poco mis notas de Bachillerato. Donde todo eran sobresalientes, ahí estaba ese seis que tanto me dolía ver. Cuando empecé la carrera de Derecho, a sabiendas de que tendría alguna asignatura de Historia, me propuse cambiar el chip e intentarlo de verdad, pero no. Tampoco eso me funcionó. Historia del Derecho y, sobre todo, Derecho Romano, me daban escalofríos cada vez que las veía en mi horario. Así que desistí en mi intento por comprender el pasado y me centré en el presente y en el futuro.
Y aquí estoy hoy. Reseñando un libro de historia. De Historia con letras mayúsculas, mejor dicho. ¿Y por qué? Porque yo soy así de cabezona. Porque si sé que hay algo de mí que debo cambiar, intento hacerlo. Y esta ha sido una muy buena oportunidad.
Justo llega este libro a mis manos en un momento clave. La obra se llama La tierra de las Españas y es una compilación de veintiocho textos escritos a lo largo de veinte siglos que estudian las diferentes naciones que existen dentro de España. Por eso digo que ha llegado en un momento clave. En un momento en el que ya ni enciendo la televisión para ver las noticias porque el tema es siempre el mismo. Ya sabéis de lo que estoy hablando. Los nacionalismos siempre han estado ahí, ¿o no? Aunque bueno, yo no puedo hablar demasiado porque mis conocimientos sobre Historia son mínimos. Por eso este libro ha llegado en el momento perfecto. En el momento en el que yo necesitaba entender qué ha pasado en España a lo largo de tantos siglos para saber la raíz de todo lo que está pasando hoy en día.
Los autores, Juan Vicente Caballero Sánchez y Rafael Medina Borrego analizan la historia de España desde una perspectiva geohistórica. Ellos basan su libro en la situación geográfica de las regiones. El libro trata de dar respuesta básicamente a una pregunta: ¿en España predomina un patriotismo español o un patriotismo regional? Para contestarla, analizan esos veintiocho textos, de diversos autores —entre los que podemos encontrar, por ejemplo, a Pompeyo Trogo, a Claudio Sánchez-Albornoz o incluso a Francisco de Quevedo—, para poder dar una respuesta que no se ciña a un ideal político, sino a una acreditación histórica.
Hay una frase que me ha gustado especialmente y que creo que puede definir el libro que hoy reseño perfectamente y es la siguiente: “idea que procede de la Antigüedad clásica: que la historia de cualquier grupo humano no se comprende si se prescinde del fundamento geográfico que la condiciona”. Rafael Medina Borrego y Juan Vicente Caballero Sánchez defienden que los nacionalismos que hoy en día existen en nuestro país vienen dados por una situación geohistórica, que debe estudiarse junto con un marco geopolítico, teniendo en cuenta además la naturaleza y la cultura del lugar del que estemos hablando.
No os voy a mentir, cuando me enfrenté a La tierra de las Españas me dije a mí misma: “a ver, Ana. ¿dónde vas leyendo tú un monográfico de historia? No vas a entender nada”. Pero yo, cabezota como siempre, lo intenté. Y no solo lo intenté, sino que lo logré. Y no me resultó nada complicado porque todos los textos que constituyen esta compilación son fácilmente entendibles por todo tipo de público, ya sea el lector especialista en historia como todo lo contrario. A pesar de que hay textos que datan de muchos siglos atrás, prescinden de un lenguaje extremadamente técnico que pueda complicar su lectura. Además estos escritos tienen una cosa muy atractiva: cada uno se basa en un territorio en concreto de la Península así como en una época distinta. De esta manera, podremos ir entendiendo poco a poco el porqué de los nacionalismos actuales.
Los autores se hacen una pregunta al inicio del libro: ¿es España una prisión de naciones, o por el contrario es el resultado de un proceso gradual de agrupamiento político relativamente pacífico? Es una pregunta que, dada la situación política actual, me parece muy interesante. Nunca se me había ocurrido mirarlo desde esa perspectiva. Por eso, siendo conscientes de la situación que estamos viviendo hoy en día, ya no solamente con lo acontecido en Cataluña, sino teniendo en la memoria el conflicto vasco también, creo que todo el mundo debería apagar su televisor y dedicarle unas horas a estudiar el tema con un poco más de profundidad. Solo de esta forma se podrá dar una opinión fundada sobre todo lo que está pasando. Estoy pensando más que nada en esa gente que se dedica a comentar y comentar en Facebook o en la barra del bar sin tener como fundamento algo más que lo oído en los telediarios y en las tertulias mañaneras. Seamos un poco más curiosos. Y rompamos nuestras propias barreras, como yo hice con las mías, pues a pesar de declararme no amiga de la Historia, hice un esfuerzo por luchar contra mí misma para poder saber —aunque sea un poquito— de lo que hablo.
Por último, me gustaría apuntar que la editorial Ecúmene ha hecho un gran trabajo con la edición de este libro. Eso es algo en lo que suelo fijarme bastante: en cómo se maneja el libro, que el tamaño de la letra sea cómodo… Y este cumple todas mis expectativas. Además, está muy bien estructurado, ya que se divide por épocas (incluyendo alguna que otra fotografía) y eso nos permite centrarnos en una determinada época, o incluso saltarnos alguna, ya que es un libro que se puede leer a la manera de cada uno. No hay que seguir un orden, como en cualquier obra normal, sino que podemos ir directamente a lo que nos interesa, empezar desde el final o, como digo, saltarnos algo que no nos interese. Me gusta que la edición esté tan bien hecha porque no es el primer libro de Historia que manejo. Sobre todo en la carrera, tuve que hacerme con alguno y normalmente eran libros increíblemente pesados, tediosos y muy difíciles de leer.
A mí nunca me han gustado las fronteras. Nunca me ha gustado poner barreras entre las cosas. Nací en Madrid, igual que mi madre, pero sus padres nacieron en Cantabria. Mi padre nació en Castellón y vivió toda su vida en Zaragoza. Cuando cumplí dieciséis años me mudé a Cantabria, luego volví a Madrid. Y luego otra vez al norte, habiéndome mudado unas ocho veces. Y las que me quedan. También he visitado más de diez países —en quince días se sumará uno más a la lista— y lo que más me gusta es aprender de cada sitio al que voy. Beber de la cultura de cada uno de ellos, conocer nuevas perspectivas, nuevas formas de pensar. Y, sobre todo, descubrir que, independientemente del país, ciudad, pueblo en el que vivamos, al final, no somos tan distintos.