Se dice que una de las claves del éxito de la novela negra en nuestro país está en que este género es capaz de reflejar con claridad la situación política y social que nos ha tocado vivir en la última década. Y la novela negra de la que hoy os hablo puede decirse que encarna a la perfección la realidad que sufrimos diariamente. Los acontecimientos que se han producido en las últimas semanas en la comarca del Campo de Gibraltar relacionados con la droga bien podrían ser uno o varios capítulos de los libros de Benito Olmo, al igual que algunos de los personajes que estos días salen en las noticias podrían encajarían a la perfección entre las páginas de La tragedia del girasol, última historia del escritor gaditano.
Corrupción, narcotráfico, chivatazos y mucha violencia son varios de los ingredientes de esta novela, si bien la acción se localiza un poco más al oeste, dejando Algeciras y sus alrededores para instalarse en la Tacita de Plaza y los municipios colindantes. A la cabeza de todo esto, el peculiar Manuel Bianquetti, ese fascinante policía creado por Benito en su anterior novela, La maniobra de la tortuga. En la actualidad, Bianquetti se encuentra cumpliendo los dos años de suspensión de empleo y sueldo y malvive haciendo trabajillos como investigador privado. Pese a sus reticencias iniciales, decide aceptar el encargo de proteger a un importante empresario en su visita a Cádiz. Algo sencillo, inocuo y rápido para conseguir un dinero extra se convierte en una complicación al desencadenarse durante esa visita una serie de muertes violentas. Aunque todos los indicios llevarían a cualquier persona a desentenderse de un tema tan turbio, Bianquetti y su instinto de sabueso le hacen investigar a fondo lo ocurrido, algo que no le traerá más que problemas, palabra que indisolublemente parece ir ligada siempre al nombre y apellido de nuestro protagonista.
Aunque son varios los aspectos positivos a resaltar en las novelas de Benito Olmo, quizá el más importante sea el de tener un protagonista como Bianquetti. Este inspector de policía (pese a su suspensión) está tan lleno de defectos como de virtudes, con una capacidad innata para meterse en problemas. Pese a ser maleducado, duro y violento en ocasiones, Benito Olmo ha conseguido crear un gran personaje que cala rápidamente en el lector. Su integridad y buen corazón, pese a mostrarlo poco, hace que quien le conozca quede prendado de una persona así. Con Bianquetti tenemos a un fascinante personaje de novela negra que ha venido para quedarse, y cuya legión de fans va a ir aumentando con cada historia que protagonice.
En mi anterior reseña, la de La ciudad de la lluvia, hablaba de cómo Bilbao daba importancia a la novela, siendo casi otro personaje más de la historia. En esta ocasión, La tragedia del girasol no podría entenderse sin la importancia que Cádiz y su bahía impregna a la novela. estamos ante una ciudad llena de luz, pero que esconde a su vez el lado oscuro de muchas personas.
Comparando esta entrega con su predecesora, La maniobra de la tortuga, vemos una mejora considerable tanto en la consistencia de la trama como en la formación de los personajes. Benito sigue escribiendo historias que enganchan al lector, manteniendo tramas adictivas con la dosis justa de sobresaltos, algo que esperamos siga creciendo en próximas entregas. Hay quién compara a este escritor con Hammett o Chandler. Sin duda son palabras mayores, pero yo os aseguro que en La tragedia del girasol hay la misma acción, matones a sueldo, gánsteres y tiros que en las novelas de estos dos grandes escritores negrocriminales. Y mientras esperamos una nueva entrega de Bianquetti, yo ya tengo ganas de saber quién protagonizará, en su adaptación cinematográfica (que se empieza a rodar este año), a este policía bravucón y problemático.
César Malagón @malagonc