La última noche que soñé con Julia, de Elizabeth Subercaseaux
Podría empezar la reseña hablado del libro, que para eso son las reseñas, pero me gusta tanto investigar sobre los autores cuando un libro me ha interesado que no he podido resistir la tentación de venir corriendo a contarles sobre el libro, pero también sobre lo que he descubierto de Elizabeth Subercaseaux (Santiago de Chile, 1945), una autora y periodista chilena a la que acabo de descubrir pero a la que no abandonaré tras esta primera lectura.Parece ser que es hija de la alemana Gerda Sommerhoff, escultora, pintora y fotógrafa, pero lo más interesante es que es bisnieta del archiconocido compositor alemán Robert Schumann y de la no menos conocida compositora y pianista Clara Wieck, y como dice la propia autora “Elisa Schumann, hija de ambos, era abuela de mi mamá, y muy cercana a ella, porque vivieron juntas en Holanda cuando era chica. No es una familia con la cual nunca hubiéramos tenido contacto, sino todo lo contrario”, como ven Toda una familia de artistas en el más estricto sentido de la palabra.Según me cuantan esta mujer residió en España durante un pequeño periodo de tiempo, y en la actualidad vive en Estados Unidos. Durante 18 años fue columnista de la revista Vanidades Continental creando una columna de humor que fue muy exitosa en toda Latinamérica, La Tía Eulogia, seguro que muchos de nuestros lectores saben de qué les hablo.
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Bien, y ahora que ya les he hablado de la autora veamos de qué nos habla en este libro…
Como les decía, este es el primer libro que leo de esta autora, pero dicen que su obra contiene, por lo general, una gran crítica política y social con permanente preocupación por los derechos humanos y por el papel de la mujer chilena en las últimas décadas.Y yo lo creo, porque siendo “La última noche que soñé con Julia” una especie de novela negra, es mucho más. Ya hace tiempo que me he dado cuenta que la novela negra tiende, como en este caso, a ser más novela histórica y más de denuncia social, deberé añadir que se agradece la forma tan genuinamente chilena con la que está escrita, hecho éste que le da a la novela credibilidad y fuerza; tengo un par de amigas chilenas, así que reconozco esa forma de expresarse; pero nuestra autora lo hace desde su óptica y su posición acomodada, y es sincera al reconocer que “no podría escribir sobre la clase obrera porque no conozco bien ese mundo”.De lo que ella sabe, al parecer, es de clases altas y familias como la del senador Tadeo Orrego, miembro de una de las más conocidas, adineradas y conservadoras familias de la alta sociedad chilena. Pero también debe saber bien de esos secretos oscuros que muchas de esas familias ocultan para que no salgan a la luz sus terribles actos. De esa familia forma parte Luciano Orrego, con quien Julia se ha casado en segundas nupcias. Muchas cosas habrá en contra de esa unión; su ex marido, un buen hombre que vive asentado en un ayer nostálgico que ella ya no puede soportar; su cuñado, que está en este momento en la cima del poder, y su suegra, que ante todo es madre; y estos entre los más cercanos. La pareja decide organizar una fiesta para inaugurar su nueva casa en El Arrayán con familiares y amigos. Pero esa noche Julia desaparece en plena fiesta, sin dejar rastro.Lo cierto es que nada es lo que parece, que la autora conduce perfectamente la novela y la intriga, Julia desaparece, y de este hecho iremos completando la historia desde distintas voces narrativas que consiguen dar más emoción y fuerza al relato, me ha recordado a Wilkie Collins, que fuera el padre de este género en el que con tanta soltura y modernidad ha demostrado moverse nuestra autora.Otro acierto de Alevosía.Susana Hernández
Sí es verdad que da felicidad descubrir escritores que tegusten de verdad. Tmbién le da credibilidad s un libro en el que no escapa a la crítica política y social que lo haga desde el lado que se conoce, y ya reconociendo ese otro lado que no se conoce tanto. Creo hacerme una idea de este libro que traes hoy, pr cierto, tu escritora es verdad que tiene pedigree, aunque también por lo que cuentas, mucho de pedrigree cultural, jeje.
¡Feliz Navidad! Buen día para publicar 😀
Jajajaj, me ha hecho gracia lo del pedrigree cultural, pero supongo que tienes razón. Creo que es cierto que mucha gente lo tiene más falcil para conocer y disfrutar de la cultura porque siempre la ha tenido más accesible. Eso no quita para que el resto de los mortales podamos ser tan o más sensibles ante la cultura y el arte, pero es más fácil para quiern puede pagar el acceso a los grandes auditorios para ver ópera, grandes musicales por el mundo etc…
De todas formas supongo que esta mujer que para mi era una gran desconocida no lo será tanto para nuestros amigos sudamericanos.
Besicos !
Susana:
¡yo me acuerdo de la tía Eulogia! era fantástica esa columna. Mi mamá tiene no se cuántos años comprando la revista vanidades y era lo primero que leía cuando llegaba a casa con ella.
Hace dos años leí un libro de ella llamado “Una semana en octubre” y la verdad, me dejó con ganas de seguirla leyendo. Veré si puedo conseguir este por acá.
Un beso,
Ale.