Las palabras pueden doler como puñales. Pero también pueden sanar, abrir los ojos de aquellos que los tienen cerrados, hacer recordar algo que creíamos olvidado, hacer que nos enamoremos de alguien o que lleguemos a odiarle. Las palabras son un arma para aquellas personas que saben utilizarlas y una salvación para aquellos que nos necesitamos refugiarnos en ellas cuando la vida real nos pesa demasiado. Para mí, son mi vida.
Así que no es de extrañar que al ver el título de este libro (La venganza de las palabras bonitas) mis ojos se abrieran como si hubieran visto algo asombroso. Ese título hizo que este libro cayera en mis manos, sin importarme nada más que eso. Pocas veces me ha pasado esto, la verdad sea dicha, ya que el título de una obra suele importarme entre poco y nada. Pero esta vez… esta vez ha sido diferente.
Tengo que decir que hasta la fecha no tenía la menor idea de quién era Víctor Mengual, su autor —o, como se hace llamar en las redes sociales, @bordelicado—. No sabía que era un chico que se había hecho famoso en Instagram gracias a todos los escritos que en esa red social publicada día sí y día también. No sabía que tenía miles de seguidores ansiosos por leer un día más las palabras que salían de su teclado y de su necesidad por compartirlas. No sabía que tenía un alma inquieta con la que tanta gente se identificaba. Pero no os preocupéis si no sabíais nada de esto tampoco, ya he hecho yo la labor de investigación necesaria para poneros al día y contaros un poco más de dónde viene este libro.
Como vemos, este libro viene de las redes sociales, de esa necesidad que tenemos las personas hoy en día (entre las que me incluyo) de compartir absolutamente todo a través de una plataforma. Y hay veces en las que este contenido se convierte en algo más, como es el caso. Se convierte en un libro de poemas que es un grito a viva voz; en una conversación hacia uno mismo tal vez para recordarse cosas en un futuro o quizás para compartirlas con personas que puedan sentirse identificadas con esas palabras. Sea como sea, eso que en un principio era un mero diario virtual, por llamarlo de alguna manera, se convirtió en el segundo libro de Víctor Mengual y que ya ha enganchado a una cantidad innumerable de personas.
No puedo no hablar de las ilustraciones de La venganza de las palabras bonitas. No se me ocurriría y, si lo hiciera, no me merecería continuar haciendo reseñas de libros. Estas ilustraciones, de Ricard López (más conocido como Ricardilus) son absolutamente perfectas. Crean una sintonía maravillosa al juntarse con los poemas y consiguen atravesar el papel y llegar directamente a ese rinconcito donde guardamos los sentimientos. En especial hay una ilustración que me ha impactado más que las demás: una en la que se puede observar un corazón arrancado y metido en un bote hermético cerrado con un candado. Más descriptivo, imposible.
Sí es cierto que no todo son cosas buenas: no es uno de mis poemarios favoritos, ya que no he conseguido llegar a tener una conexión general con los poemas. Los que me han gustado, me han gustado muchísimo, pero en su conjunto se me ha quedado un poco frío. Soy consciente de que esto es únicamente por mi culpa, ya que los poemas o te llegan o no te llegan. No hay más. Y es una pena que esta vez no haya sido así. También es extremadamente importante el momento en el que lees un libro, así que puede ser que mi situación personal actual no me haya dejado disfrutar de estos versos como lo podría haber hecho en otro momento de mi vida.
Aun así, quedo agradecida por haber pasado un rato entre los pensamientos de Víctor Mengual, siendo más consciente que nunca de que las palabras son un arma pero también un chaleco salvavidas.