En Libros y Literatura se ha hablado muchas veces de Neil Gaiman. Siempre ha impresionado a todos los que le leyeron y después reseñaron tanto sus cómics como sus novelas. Es de esos autores además, que sus seguidores se cuentan por legión y cualquier historia que escribe es estudiada con un riguroso análisis siendo pocas veces criticado en contra. Entra, de este modo, en el selecto grupo de los intocables junto a escritores como Alan Moore o Frank Miller. En el caso de los anteriores de quienes ya he leído bastantes cosas, a veces puedo estar a favor, otras, sin embargo, me decepcionaron lo suyo. Sin miedo a represalias de sus devotos seguidores. En el caso de Gaiman, es mi primera vez. Esta historia que voy a reseñarte es la primera historia que leo del autor y hasta el momento solo contaba con las críticas muy favorables a cómics y novelas suyas como Sandman o Coraline. Una vez leída, voy a darle a la tecla para hablar de ella.
La verdad sobre el caso de la desaparición de la Srta. Finch es el último monstruito, la última creación publicada de Neil Gaiman. La obra original correspondía a un relato del autor que ahora, gracias a los lápices de Michael Zulli y Todd Klein, se puede disfrutar en formato cómic. Y dada la temática que narra la historia, con su ambientación, localizaciones y personajes, el dibujo no hace más que añadir más puntos a favor. Ambientada en las catacumbas de un viejo edificio londinense donde se celebra un clandestino espectáculo circense repleto de seres aberrantes y pesadillescos, el autor te invita a pasar un ratito de lectura muy entretenida y tenebrosa. Un poco del argumento:
Un guionista de películas intenta terminar el escrito de su guion en la habitación de un hotel de Londres. Recibe una llamada por teléfono de una pareja, amigos suyos, para salir a cenar e ir al teatro y así de paso endilgarle como parejita a la amiga amargada, seca e insoportable que es la Srta. Finch. El hombre, sin mucho más plan a la vista, acepta la invitación. Cuando quedan todos, la cita ha dado un pequeño vuelco; cambian el teatro por el circo. Lo que no saben es a qué tipo de circo se van a adentrar. Refugiándose de la incesante lluvia londinense, entran en las catacumbas de un viejo edificio donde se va a desarrollar la función. El maestro de ceremonias, ¿Alice Cooper?, les invita a conocer las horrendas criaturas que se esconden en cada una de las salas del circo. Vampiros, una monja desnuda, magos macabros y otra colección de viles y enfermizos personajes de pesadilla. Y una sala especial. Un lugar donde es mejor andarse con cuidado con lo que se desea.
Toda historia que se desarrolle en ese tipo de escenarios, de primeras, me llaman mucho la atención y hacen que devore sus páginas al margen de quién sea el autor. ¿A quién no le dan miedo los circos? Es un escenario muy recurrente para impresionar al lector con historias que danzan entre el terror y el misterio y dependiendo de la delicadeza y buena pluma del escritor, lo pueden hacer de forma sutil, elegante y opresiva o por el contrario, lasciva, macabra y repugnante. En este cómic yo encontré la mezcla de lo macabro escrito de una forma elegante. Si encima a la historia le acompañas de un buen dibujo, de los que denomino feísta por sus formas menos perfectas en cuanto a proporción o detalle pero en conjunto, una sucesión de acuarelas muy personales, mucho mejor. Así que puesto a su lectura solo podía ir metiéndome en la trama cada vez con más gusto gracias a su buen ritmo narrativo y ese toque de suspense que me puso, por así decirlo, contra las cuerdas. Me explico. Me gustaba tanto recrearme en cada viñeta que me sentía casi culpable de pasar de página. Pero es que lo que el guion aguardaba en la siguiente…
Así todo el cómic. Lo leí dos veces seguidas. Y en ambas ocasiones, la misma tesitura. Atractivo dibujo, excitante guion.
Es una de esas historias que me infunden miedo a lo desconocido, a lo que pueda suceder en ese extraño lugar y a las escenas e imágenes tan perturbadoras que se van desarrollando en cada viñeta contrastando, a su vez, con el sosiego y la armonía con la que el personaje protagonista narra los hechos. Ese suceso extraño que les sucedió aquella noche en el circo y lo que a la dichosa Srta. Finch le ocurrió allí. Lectura de lo más inquietante. Que encima el tipo guarde un más que notable parecido con Stephen King en los años 70 le añade, a mi gusto, más flipe.
De la edición que ha editado ECC, una tapa dura de 56 páginas bien cuidada por la editorial que se lee, como dicen por Argentina, en un pedo. Buen tomo para conservar en la librería de casa.
En definitiva, si te gustan los cómics con una historia que esconde un halo de misterio y horror repleto de un elenco de personajes pesadillescos pero bastante reales —uno nunca sabe lo que se cuece en ciertos tugurios de los bajos fondos de las ciudades—, bien ilustrados y con un ritmo que no decae en ningún momento, disfrutarás de esta novela gráfica. Y además, si eres de los que acompañan sus lecturas de una banda sonora que le vaya como anillo al dedo, prueba a poner en tu tocadiscos Welcome to my nightmare, de Alice Cooper. Yo lo hice. Mola. Creo que se ajusta bastante bien al sentido de este cómic. «Bienvenidos a mi pesadilla. Creo que te va gustar. Espero no asustarte […]». ¿Te atreves a entrar?