Si os dieran la oportunidad de vivir para siempre, ¿qué elegiríais?
La muerte es uno de los mayores miedos del ser humano, por eso también es uno de los temas más abordados en la literatura. Personalmente creo que ese punto final es lo que nos hace valorar más la vida: saber que todo es efímero, que algún día todo se va a terminar. Nacemos, crecemos mientras cometemos errores y cosechamos éxitos, envejecemos y morimos. Es un ciclo que nunca termina de repetirse. Y quizás para algunas personas todo esto ocurra demasiado rápido; mientras que, para otras, cada día dure 20 inviernos.
Sin embargo, si la vida no resultara ser lo que habríamos deseado y nos ofrecieran la oportunidad cambiarla, con la cláusula de la inmortalidad: ¿caeríais en la tentación? En esta tesitura se encuentra la protagonista de esta historia tan especial. Y finalmente cae en ella. La vida invisible de Addie LaRue es una novela de la que llevo oyendo hablar demasiado tiempo. Y, ahora que he podido leerla, me he dado cuenta de que las reseñas no engañaban. Ha superado todas las expectativas que tenía precisamente porque no ha sido lo que esperaba. Y eso ha sido lo mejor de todo.
Schwab nos ofrece una historia profunda y humana sobre la huella que dejamos en el mundo a través de una prosa sencilla y directa, sin artificios, intercalando capítulos sobre el pasado (desde el siglo XVIII y en adelante) y otros sobre el presente (siglo XXI). De esta forma, nos permite acompañar a Addie a través de cuatro siglos, conocer sus temores y comprender las decisiones que va tomando a lo largo de las décadas. Y ha sido un viaje tan triste como emocionante, ya que el precio que ha tenido que pagar a cambio de la inmortalidad es no ser recordada por nadie. Y esta soledad que experimenta el personaje está presente en cada una de las páginas de este libro, hasta llegar a lo más profundo del lector.
Y es justo esa soledad y ese anhelo de ser recordada, que todo cambia cuando alguien le dice: “Me acuerdo de ti”. Este punto de inflexión en la novela nos hace conocer a otro de los personajes principales de este libro. Henry es un joven inteligente, lleno de vida, que adora los libros, que también se siente solo en un mundo en el que no termina de encajar. A medida que se van conociendo, descubren que no solo tienen esto en común, sino que les une una maldición muy poderosa. Y, aunque ahora no puedo desvelar nada más, os confieso que este personaje me ha fascinado incluso más que el de Addie. El trasfondo de este personaje es muy interesante, me mantuvo atrapada en la lectura y me sentí muy reflejada en multitud de aspectos.
Y el tercero en discordia (el tercer personaje) es nada más y nada menos que el Diablo, el culpable de poner todo patas arriba a lo largo de la novela. Un personaje realmente ambiguo con el que es difícil empatizar, pero al que la autora desarrolla muy bien, pues al final nos damos cuenta de que siente como cualquiera de nosotros.
Es inevitable conectar con estos personajes a través de sus miedos y experiencias. ¿Quién no ha querido escapar de una situación que le ha hecho sentirse atado? ¿Quién no ha querido experimentar la libertad en todas sus formas? ¿Quién no ha querido sentirse amado en algún momento de su vida? Creo que todos hemos experimentado esto en algún momento de nuestras vidas, aunque esto suponga transmitir nuestras debilidades y vulnerabilidades. La literatura también es una forma de expresar lo que sentimos para darnos cuenta de que no estamos tan solos como creemos. Que siempre habrá alguien en el mundo que se sienta de la misma forma, que cometa más de un error para sentirse mejor. Aunque eso suponga tomar una decisión que le afectará de por vida.
La vida invisible de Addie LaRue es un libro que trata precisamente de los errores que marcan toda una vida, sobre las vulnerabilidades que no nos perdonamos y no nos permitimos mostrar. Ni siquiera a nosotros mismos. Sobre lo que realmente nos define y por lo que realmente los demás nos recuerdan, que no tiene por qué coincidir con lo que muchas veces nos empeñamos en transmitir. La profundidad de esta novela es que llega a la verdadera identidad de sus personajes, haciéndonos reflexionar sobre lo que realmente somos en esencia.
Si me preguntaran si es un libro para jóvenes o adultos, diría que ambos lo disfrutarían, solo que de maneras diferentes. No es lo mismo leerla teniendo toda la vida por delante que habiéndola leído cargando con nuestros errores y éxitos, recordando esa inocencia e ingenuidad que nos transmiten tanto Henry como Addie. Se lo recomendaría a cualquier tipo de persona porque es de esas historias que no se olvidan.