Como ya anunciaba Francis Fukuyama en 1992, el comunismo está muerto, o casi. El capitalismo salió victorioso de la gran lucha ideológica del siglo XX y las generaciones actuales no contemplan, salvo excepciones cada vez más escasas, otra forma de organización de la economía. Sea positivo o no para la humanidad, que es un debate distinto, ¿tiene sentido en este contexto volver a El manifiesto comunista para alguien más que para los historiadores?
Es la pregunta que se plantea Slavoj Zizek, filósofo, sociólogo, psicoanalista, en este brevísimo libro que publica Anagrama. El esloveno es uno de esos pocos pensadores que han conseguido calar en la sociedad global y cada una de sus apariciones, muy frecuentes, es jaleada o criticada por una legión de seguidores. Puede gustar más o menos, y habrá quien le acuse de populismo o incluso de divismo, pero este libro demuestra que más allá de los focos es capaz de regresar a la teoría pura y dura y dar algunas lecciones con suficiente fundamento.
Zizek hace muy bien en explicar al principio de este panfleto que la revolución que preconizaba Marx en El manifiesto comunista no puede tener lugar en nuestra sociedad. No porque el comunismo lleve fuera de combate un par de décadas, sino porque directamente la clase obrera tal y como la definía el marxismo clásico ha dejado de ser el motor fundamental de la producción y el principal elemento generador de valor. No se cumplen las propias condiciones de partida, ergo el futuro que anunciaba El manifiesto comunista se encuentra cada vez está más lejos.
Y sin embargo las voces que anuncian el final del capitalismo son cada vez más numerosas. ¿Cómo se conjugan estas dos realidades? Primero por el hecho de que el fin del capitalismo actual seguramente no signifique el fin del modelo sino más bien un recrudecimiento de sus condiciones. Y segundo, porque quizá el texto de Marx y Engels no esté tan demodé al fin y al cabo.
A pesar de contar con escasas 75 páginas, La vigencia de El manifiesto comunista no es un texto ligero. Las ramificaciones, referencias y lecturas necesarias para comprenderlo en su totalidad pueden ser veinte veces mayores. Resulta una sorpresa y un desafío, y hay que reconocer que se atraganta por momentos. Zizek desarrolla conceptos interesantes, pero en ocasiones lo hace de manera demasiado condensada, cita el texto original muy irregularmente (a veces con profusión, otras de pasada) y en general obliga a no pocos esfuerzos por parte del lector para seguir el hilo. Además, no se puede negar que su estilo se escora hacia lo coloquial en algunos momentos, en contraste con lo riguroso y rígido que se muestra en otros.
Sin embargo, creo que este ensayo consigue su objetivo fundamental: discutir sobre El manifiesto comunista, abrir de nuevo el debate, hacernos regresar al pensamiento marxista, aunque solo sea a golpe de Wikipedia, y sacar algunas conclusiones interesantes sobre su utilidad en el momento presente. Para aquellos que se lo pregunten cuál es la respuesta a la pregunta implícita que se plantea en el título (¿está vigente?), Zizek termina respondiendo de manera afirmativa pero condicionada. Al Manifiesto le pasa lo mismo que al propio marxismo: cuanto más lo interpretemos al pie de la letra más lejos estaremos de darle un sentido actual, y por tanto menos vigente estará. Sirve para desenmascarar los falsos socialismos, para continuar alerta frente a la tiranía del capitalismo y, cómo no, para recordar que la teoría del libre mercado es imperfecta y existen alternativas con las que salir adelante.
Porque el comunismo estará muerto, pero en el fondo su fantasma, como decía la primera frase de El manifiesto comunista, sigue recorriendo Europa… y el mundo entero.
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