Reseña del libro “La viuda”, de José Saramago
Con motivo del centenario del nacimiento de José Saramago, sus admiradores estamos de suerte: Alfaguara por fin publica en castellano y con el título original La viuda, la primera novela del nobel portugués.
El primer atractivo de este libro es que comienza con una «Advertencia» del propio autor, donde cuenta que lo publicó con tan solo veinticuatro años y que consintió que le cambiaran el nombre por Tierra de pecado y que no le pagaran derechos de autor por esa ilusión tan común entre los escritores primerizos, que se sienten afortunados por el mero hecho de que les den una oportunidad, cuando en realidad se están aprovechando de ellos. Después de esta novela escribió Claraboya, que ningún editor quiso publicar (vio la luz póstumamente), y la decepción hizo que estuviera dos décadas sin escribir. Por suerte, lo retomó, convirtiéndose en uno de los grandes de la literatura.
El segundo atractivo de leer La viuda es descubrir los inicios de Saramago. En esta primera obra ya disfrutamos de su excelente prosa —aunque sin las innovaciones que terminarían siendo su seña de identidad, como por ejemplo los diálogos carentes de puntuación—, de una cuidada psicología de los personajes y de profundas reflexiones sobre la vida. Y, cómo no, la religión, la moral y la tierra de labranza son los ejes, temas a los que volverá una y otra vez a lo largo de su carrera literaria. Esta vez, con un tono estrictamente realista, pues sus derivas fantásticas llegarían en obras posteriores.
Como su nombre indica, La viuda cuenta el día a día de una mujer, María Leonor, desde el momento que pierde a su marido y, con él, el sentido de la vida. A cargo de dos hijos y de una hacienda que no sabe gestionar, se le vendrá el mundo encima. Pero, más allá de estas responsabilidades mundanas, estará el peso de la moral, representado en su criada Benedita, que juzga constantemente, aun sin palabras, qué debe y qué no debe hacer una mujer sola. A ojos de Benedita y de Alentejo, ese pequeño pueblo de campesinos, una viuda no puede hundirse ni tampoco recomponerse. A través de la prosa sosegada de Saramago, los lectores sentiremos la misma opresión que María Leonor, que no sabe qué hacer para llenar ese vacío existencial ni cómo sofocar los deseos propios de una mujer joven.
En La viuda prima el tema central más que la acción, por ello puede resultar una lectura especialmente lenta. No sería este el libro que recomendaría para enamorarse de Saramago, si bien reconozco toda su grandeza. No hay que olvidar que lo escribió en los años cuarenta, siendo un veinteañero, y aun así tuvo la capacidad de meterse en la piel de una viuda y, lo que es más importante y valiente, reivindicó su libertad de ser y vivir como quisiera. No cabe duda de que siempre fue un adelantado a su tiempo.
Obviamente, para los seguidores de Saramago como yo, se convierte en un imprescindible, ahora que ya no podremos disfrutar de nuevas novelas, sobre todo porque podemos leerla con el título original, tal como él hubiera querido, y es una forma bonita de rendirle el homenaje que se merece.
Curioso como alguien tan joven es capaz de meterse en la piel de alguien tocado por la desgracia. Me lo llevo. Saludos.
Sí, resulta realmente sorprendente. Espero que disfrutes de la lectura. Saludos.