Tengo la egocéntrica a la vez que triste costumbre de escribir un tuit sobre qué me ha parecido el libro justo en el momento de terminarlo. Digo esto no para que me sigáis (@chitor5) sino porque en el que he hecho sobre este Laboratorio lector de Daniel Cassany he dicho algo sobre lo que cada vez, a medida que pasa el rato, estoy más convencido. Quería hablar del beneficio que haría un libro como este en ciertas facultades de letras de nuestro país, pero en vez de beneficio he preferido hablar de daño. Sí, en efecto, este libro haría mucho daño dentro de las soporíferas clases que copan los calendarios académicos de muchas universidades. He hablado de facultades de letras: en primer lugar, porque este libro va sobre eso, sobre las palabras y sobre el procedimiento de pasar los ojos por su continuidad y sacar de ahí, sorprendentemente, significados; pero también he hablado de letras porque, al fin y al cabo, es lo que estudié. Soy filólogo, o por lo menos tengo el título, y sé que un libro como este me hubiera ahorrado muchas horas (¡tantas!) de aburrimiento prolongado en clase. Lo que no sé es si eso supondría un beneficio para quien concibe, así, las clases. Un daño, un daño seguro que sí.
En este libro, originalmente en catalán y que ambas ediciones han sido publicadas por Anagrama, encontramos una serie de capítulos los cuales, en sí mismos, se dividen en ejercicios, actividades o juegos. Pon tú la palabra que más te guste. Pero eso sí, ten en cuenta que son entretenidos y, como debería ser todo lo entretenido, también divertidos. Daniel Cassany los llama «experimentos». Según el índice final son 79, y todos están relacionados con nuestra percepción de y hacia lo escrito. Seguro que alguna vez te ha llegado ese mensaje de Whatsapp o has visto esa publicación en alguna de tus redes sociales con un texto que en realidad está formado en su mayoría por cifras pero que, extrañamente, puedes leer sin hacer grandes esfuerzos. Probablemente primero lo hayas intentado, lo hayas hecho, te hayas reído y luego lo hayas reenviado. Pero no estoy tan seguro de si en algún punto de ese proceso te has preguntado por qué pasa eso. Pues ahí está la gracia de este libro. Es una mano que te para en la prisa que gobierna tu vida de lector.
Con esos 79 ejercicios que componen este tan atractivo libro al estilo de unos juegos reunidos, Laboratorio lector te anima a preguntarte acerca de los procesos que se engranan en nuestro interior cuando leemos. Y lo mejor de todo, te anima a que te lo preguntes haciéndote trabajar. Por qué la caja alta se lee mejor que la caja baja, por qué un texto en el que se ha tachado la parte inferior de sus palabras se puede leer fácilmente y en cambio uno en el que se ha tachado la parte superior no, por qué si eres catalán (aquí estoy generalizano mucho, perdón) y te hablan en un texto de algo con salsa romesco envuelto en papel de periódico y puesto sobre tejas sabes que te están hablando de calçots pero si no lo eres no (sigo pidiendo perdón, espero que se me entienda), etc. En definitiva, por qué tantas cosas que nunca, por nuestra parte, se merecen un por qué.
Cada capítulo va acompañando de una cita, titular o frase que intenta abrir tu visión sobre el tema que se va a tratar. Desde Borges hasta un periódico generalista cualquiera. Desde frases que servirían para un stories de intelectual perfecto hasta otras que no. Porque nunca sabes dónde va a estar la palabra que cambie, resuelva o salve tu vida. Quién sabe, quizá esté dentro de este libro. ¿De verdad dejarás pasar esta oportunidad? A todo esto, viva la filología.
Libros y literatura,
Muchas gracias por este comentario tan positivo.
Me alegra que os haya gustado el libro. Yo también lo pasé bien escribiéndolo… aunque llevaba más de 10 años intentándolo (e incluso aborté dos veces…).
Saludos a todos los autores y los lectores.
Daniel Cassany