“No digo diferente, digo raro” cantaba Fito en su La casa por el tejado. Pues yo subo a diferente y raro que te cagas. Así es este libro de Guillem López. Un libro finito (con una edición muy cuidada y una portada y contraportada con aspecto avejentado pero muy chulo) que se lee muy rápidamente tanto por su brevedad (133 páginas), como por el ansia viva que tienes por saber lo que ha pasado, lo que está pasando y lo que va a pasar.
Tenía ganas de leer a este autor desde que vi la portada de Arañas de Marte y leí las buenas críticas de Challenger. Dos veces ganador del Ignotus a mejor novela, Premio Kelvin 505,… es ahora, con su séptima novela cuando al fin he podido disfrutar con su extraña pero envolvente lectura.
Parece ser que hace un tiempo, tras “El Incidente” aparecieron unas cuantas lagunas por todo el mundo. Carla Babiloni es una periodista que tiene que redactar un artículo en El Clot, su pueblo natal, del que huyo hace unos quince años, pues es ahí en donde ha desparecido una actriz y en donde, además, se encuentra la laguna más grande de todas.
“Así son las cosas en el pueblo: mañana saldrá el sol, algún día morirás, no hay que darle más vueltas”
En cuanto pisa el pueblo se da cuenta de la enorme cantidad de bichos, mosquitos y autobuses de turistas acuden a la “charca”, a la cual solo puede accederse con permiso especial pues es algo así como un Área 51 pero a cielo abierto.
El caso es que Carla tendrá que enfrentarse con el pasado que tanto le costó olvidar y tanto le hubiera gustado que hubiera seguido estando bajo la alfombra junto con el resto de porquería que se oculta ahí al barrer. Recuerdos, personas, hechos desagradables, experiencias sexuales, policías corruptos, sucesos extraños, bichos, calor, culpabilidad… Esas cosas típicas que todos tratamos de hacer como que no han pasado, pero en el caso de Carla a lo bestia.
¿Qué puedo decir sin hacer destripes? Insistir, por supuesto, en que es rara de cojones, pero a la vez atrayente como la luz a la polilla. Llevo días pensando en Lago negro de tus ojos y no quiero, porque sé que si empiezo otra vez a intentar explicarme a mí mismo lo que he leído voy a divagar y buscar sentido a algo que tal vez sea mejor que no lo tenga o puede que incluso tenga más de uno, según el lector y/o el momento.
“… el auténtico horror –suyo, mío y de todos– es descubrir que estás lleno de oscuridad.”
Tampoco cabe duda de que Guillem López escribe unas frases que son poesía pura; es un artificiero del lenguaje y domina la metáfora como un escarabajo arrastrando a su agujero La metamorfosis. Calidad 100%, y 0% lugares comunes. Original desde el principio al contársenos esta historia fantástica (en el doble sentido) como si el narrador hubiera hecho de ella un cómic como parte de una terapia. Una historia en la que la frontera entre realidad, ficción, sueños y suposiciones de unos y otros no queda muy clara, sobre todo en la parte final. Joder, si esto cayera en manos de David Lynch tendría material para una serie que se convertiría en un producto de culto de inmediato.
Sea como sea, me ha mantenido en vilo y he disfrutado con la trama y la forma. La narrativa es fresca, ágil y muy rica en el traslado al papel de reacciones, expresiones y diálogos.
Ciencia ficción, novela negra, drama… Todo esto y ambigüedad también. Y mucho más que solo puedo explicar con una palabra: sensaciones. No sé qué dirán los que ya hayan leído algo de este autor con anterioridad, si es siempre así o no, pero si no has leído nunca nada de él y te llama Lago negro de tus ojos, no te lo pienses y dale una oportunidad. Es bueno conocer otras lecturas, otros autores, historias inclasificables que te hagan pensar o imaginar, y Guillem López aquí te va a dar mandanga de la buena y te inyectará el virus de la curiosidad por sus otros libros. A mí, al menos, me lo ha inoculado.
Lo dicho: una lectura para nada convencional y muy recomendable.