En 2011, me sorprendió que tanta gente recomendara El libro de la madera, de Lars Mytting, un autor del que yo nunca había oído hablar. ¿Por qué un libro que trataba de leñadores gustaba tanto? Curioso. A mí, de primeras, no me llamaba la atención, así que lo dejé pasar.
Nueve años después, me encontré con la sinopsis de Las Campanas Gemelas. La idea de que unas campanas hechas hace setecientos años en recuerdo de unas siamesas tañeran para avisar de los peligros, captó mi interés. La novela estaba inspirada en leyendas noruegas, y ese tipo de historias siempre me fascinan. Entonces me fijé en que lo había escrito Lars Mytting. Si este hombre había cautivado a los lectores hablando de troncos, ¿qué no haría con una premisa tan mágica?
Sin saber mucho más, comencé la lectura. En las primeras páginas se relata la leyenda noruega que inspira la novela: el nacimiento de las siamesas Hekne, que, al crecer, demostraron que tenían el don de hilar tapices que vaticinaban el futuro. Tras su prematura muerte, se fundieron en su honor dos campanas para la iglesia de su pueblo. Pronto, los vecinos se dieron cuenta de que tañían solas para avisar de los peligros que se avecinaban, o cuando querían que ellos despertaran para tomar la decisión correcta.
En el segundo capítulo, la historia avanza setecientos años, hasta 1880, cuando Kai Schweigaard, el nuevo sacerdote, llega a la iglesia. Lars Mytting nos hace sentir el frío y la miseria de las tierras noruegas por aquella época, sobre todo en el interior del templo, donde algún feligrés fallece mientras escucha misa. Las altas esferas eclesiásticas saben que las iglesias deterioradas y frías impiden el crecimiento de la religión, así que deciden construir una nueva en el pueblo, y trasladar esa a Dresde, Alemania, para exponerla como un museo. Además, esas campanas portadoras de una leyenda son un valor añadido.
Para facilitar la tarea de desmontaje y reconstrucción, viaja hasta allí Gerhard Schönauer, un pintor alemán. Y mientras dibuja cada detalle de la iglesia, se da cuenta de que lo más importante, su ser profundo, desaparecerá en cuanto la derriben; imposible reproducirlo en otro lado del mundo. Por su parte, Astrid, descendiente de las siamesas Hekne estará dispuesta a todo por salvar las campanas que pertenecen a su familia.
Con la odisea del traslado de una iglesia medieval de madera, Lars Mytting describe el choque entre dos realidades opuestas. Por un lado, el pueblo noruego de Butangen, anclado en creencias del folclore popular. Por otro, la vida en las ciudades alemanas, donde la luz, los telégrafos, el ferrocarril y la vacuna contra la viruela forman parte del día a día, representa la modernidad, que considera que ha llegado el momento de que los aldeanos noruegos se deshagan de sus supersticiones. Y esas formas de entender el mundo se plasman a través los diálogos de los personajes. Astrid, el sacerdote y el pintor protagonizan, además, una hermosa historia de amor a tres bandas.
Las Campanas Gemelas me ha parecido una novela envolvente y emocionante, en la que se sienten las adversidades climáticas, las pasiones de los personajes, las contradicciones de ambas formas de ver el mundo. Y su final redondo es el culmen perfecto para la leyenda que le dio origen.