Reseña del libro “Las cuerdas del destino”, de Nikki Erlick
He aquí uno de esos libros de los que no puedes despegarte. Uno de esos que te tienen tan sorbido el seso que necesitas chutarte de su continua lectura como si de una droga se tratara, hasta que te lo terminas. Uno de esos a los que necesitas reincorporarte en cuanto acabas de comer, cenar, ducharte, trabajar, hacer la comida o de echar un topo al remolino, y robar horas a tu merecido descanso. Uno de esos.
La trama parece simple a priori y también podría parecer que no iba a ofrecer mucho juego, pero ni es simple y vaya que si da juego. Mucho. Porque, imaginad que un buen día al abrir la puerta de casa, veis en el suelo un paquete, una caja, con la siguiente inscripción: “La medida de tu vida está en el interior”. Tras descartar que se trate de una broma y comprobar en las noticias y en redes sociales, que cajas así han aparecido de la noche a la mañana en todo el mundo, pero que en absolutamente todo el mundo, te queda plantearte si la abres o no, si es que no la has abierto todavía… Porque el contenido está claro. Lo has leído en Twitter. Dentro de cada caja hay una cuerda y cada cuerda representa los años de vida totales de cada receptor. Unos han recibido cuerdas largas y otros cortas. ¿Qué haces? ¿La abres o puedes resistir la tentación?
Dejando al margen la procedencia de las cajas y de si es cierta o no la promesa que guardan, el hecho de que la gente sepa cuánto va a vivir tiene unas ramificaciones que solo a alguien con mucha imaginación y conocimiento de la conducta humana como Nikki Erlick es capaz de prever con absoluta nitidez. Porque, si esto de las cuerdas llega a pasar alguna vez, estoy seguro de que sucedería lo narrado en Las cuerdas del destino con una probabilidad del 98%.
Con las primeras muertes y cotejando las cuerdas de estos fallecidos, los científicos lograrán predecir los años de vida según la longitud de las cuerdas. En principio con un años de margen, pero a medida que van obteniendo datos, con precisión de un par de meses. Incluso se crean sitios web en los que, introduciendo los centímetros que mide tu cuerda obtienes tu esperanza de vida.
Muchos de los “cuerdas cortas” dejarán su trabajo y la ciudad para instalarse en el campo y disfrutar de los suyos, la gente viajará más para ver mundo antes de morir, habrá quien se decida a montar su propio negocio… Los cuerdas largas, por su parte, podrán dedicarse a hacer lo que siempre que han querido y no se han atrevido por miedo (autoasfixia erótica, sobredosis, paracaidismo,…) pero parecen olvidar que su vida, por larga que sea, pueden pasarla en la cárcel o en coma o en silla de ruedas… Porque las cuerdas predicen el cuánto, pero no el cómo.
Y también habrá consecuencias negativas porque habrá quien, entre los “cuerdas largas” piensen que los “cuerdas cortas” son depresivos y peligrosos que no tengan nada que perder. Surgirá la discriminación por ser “cuerda corta”, por ejemplo en el ejército y en otros ámbitos laborales, segregación, disputas políticas por llegar a la Casa Blanca y se crearán grupos de apoyo al estilo de Alcohólicos Anónimos.
Pero por encima de todo, las cuerdas son, como siempre, una excusa para abordar las emociones y las relaciones humanas de un grupo de gente interrelacionada. Ben, Nina, Maura, Amie, Anthony, Jack, Javier y Hank. Ocho personajes de los que vamos a ir conociendo sus sueños, sus miedos y movimientos, sus ambiciones y sus esperanzas en un mundo en el que ya nada será como hasta entonces. Alternando entre ellos mediante capítulos cortos muy fáciles y adictivos en una narración lineal, Las cuerdas del destino es una novela que podría enmarcarse en la ficción especulativa en la que se pone a prueba la capacidad de vivir de cada uno de nosotros.
Porque vida, solo hay una, ¡copón!, y tu cuerda, sea corta o larga, tienes que vivirla plenamente.
Así pues, la pregunta no es si abrirías o no la caja, sino ¿qué vas a hacer con tu vida?
Un libro muy entretenido con el que dar un reenfoque a nuestras propias vidas.