Como si se tratase de una casa de apuestas cualquiera, como lo puede ser Sportium, las editoriales son empresas que apuestan por los autores. Como empresas que son, al menos la mayoría, deben tratar de ser rentables para poder seguir existiendo. El tiempo de los editores y de las personas que trabajan en ellas debe ser remunerado, ya que a todos nos gusta cobrar por hacer nuestro trabajo, por mucho que seamos apasionados de los libros y la literatura, también tenemos facturas que pagar y el hábito de comer a diario.
Y hago este alegato porque escucho en muchas ocasiones quejas y lamentos de que las editoriales se han vendido al mercado y están más preocupadas por su rentabilidad que por la difusión de la cultura.
Y yo no estoy en absoluto de acuerdo. Lo que creo que ocurre muchas veces es que se nos olvida que hay muchos tipos de lectores, y existen editoriales para todo tipo de lectores. Es normal que las que más éxito tienen son las que son capaces de dirigirse a un público más amplio, lo que les permite también hacer campañas de marketing más agresivas, ofrecer premios más suculentos y atraer a autores de más renombre.
Pero en el mundo editorial tenemos un sinfín de editoriales más, especializadas en todo tipo de libros imaginables, y cada vez se están buscando micronichos de autores y lectores más variopintos. La gran literatura no va a dejar de existir por el mero hecho de que haya literatura más comercial, ni porque la mayoría de lectores prefieran una literatura más ligera para el día a día.Simplemente, cada tipo de literatura ha de encontrar su hueco y a sus lectores.
Por otra parte, tenemos que tener en cuenta que los índices de lectura actuales son los más altos de la historia. Por mucho que a algunos les parezca que se lee menos que nunca y que la calidad global ha bajado, los datos contradicen completamente esta teoría. Lo que sí es cierto es que vivimos en un mundo hiperconectado y somos más conscientes de nunca de las carencias de nuestra sociedad, pero ello no implica que se lea menos: los niveles de alfabetización alcanzan niveles máximos, el número de personas que lee al menos 4 libros al año no para de crecer, y aunque esto nos parezca insuficiente, porque probablemente lo sea, implica un avance en nuestra sociedad. Los libros forman parte de nuestra vida, aunque aparezcan nuevos formatos digitales y se esté dando una hibridación entre la novela, el cine y los videojuegos. Pero el arte de leer no solo no está desapareciendo, sino que se está expandiendo y creando nuevos horizontes lectores.
Lo que no se debe hacer, es pretender que la literatura sea tal y como uno desea, sino que hay que dejarla crecer libremente al son de los tiempos, y dejar que sea la sociedad la que haga uso de ella.
Y si no se está de acuerdo, siempre puede uno decidir crear su propia editorial y establecer su propio camino. No hay mejor manera de demostrar que los demás se equivocan que creando tu propio camino.