Reseña del cómic “Las flores de mi hermano mayor”, de Gaëlle Geniller
Un buen día mi hermano mayor amaneció con unas flores preciosas brotándole a ambos lados de la cabeza, como si se trataran de dos astas engalanadas para recibir a la primavera y él se hubiera convertido de la noche a la mañana en una suerte de rey feérico, sin embargo, su reacción fue muy distinta a la mía, lejos de asombrarse o maravillarse por lo que le había sucedido el miedo se apoderó de él y vi como se marchaba llorando, presa del pánico, al cuarto de mis padres.
Las flores de mi hermano mayor narra de una forma hermosa el tránsito de la infancia a la pubertad, los miedos e inseguridades que sin ser conscientes de ello van aflorando en los niños. La importancia que adquiere el grupo de iguales en estas edades, el miedo a ser rechazado (más aún cuando te han aparecido unas flores en la cabeza, por muy bonitas que estás sean), el miedo a ser diferente, a no encajar.
Gaëlle Geniller nos cuenta de una forma muy delicada todos los cambios que los niños suelen experimentar en estas etapas; la labilidad emocional, ese transitar o fluctuar de un estado de ánimo a otro, la aparición de nuevos miedos: el miedo a hacer el ridículo, el aumento del pudor o la vergüenza. Cuando el miedo se apodera del hermano mayor sus flores comienzan a crecer como enredaderas, trepándole por todo su cuerpo hasta llegar casi a asfixiarle. Pero poco a poco comienza a detenerse, a intentar entender a sus flores y por consiguiente también a sí mismo, a escucharlas y a escucharse, a veces necesita tiempo para estar solo para así poder escuchar mejor, para crear su propia identidad y su propia forma de estar y de ser en el mundo.
La autora ha sabido plasmar con gran acierto la importancia de la figura parental, el apoyo, paciencia y acompañamiento en todo el proceso que muestran sus padres y su hermano pequeño, la comprensión y el amor como pilares fundamentales de cualquier relación.
Pero las flores de mi hermano mayor, va más allá de contarnos ese salto de la infancia a la adolescencia, sino que también nos habla sobre la diferencia y lo difícil que resulta lidiar con ella sobre todo en una etapa en la que nos sentimos más vulnerables y nuestro único deseo es ser como los demás.
Me encanta como Gaëlle Geniller nos muestra estos cambios a través del hermano mayor, que debe pasar por todo un proceso para comprender lo que le esta pasando, para abrazar su singularidad y llegar a amarla porque es algo que forma parte de él, pero la autora también nos muestra cómo vive todo este proceso el hermano pequeño, cómo desde su despreocupación, desde su inocencia y su condición de niño lo observa todo desde el asombro y la maravilla, mira a su hermano a veces con preocupación por lo que le esta ocurriendo pero también con una ternura conmovedora.
El cómic y su dibujo es sencillamente precioso, nos traslada a la infancia, esta lleno de ternura, de colores cálidos, de inocencia, de formas suaves y de ilustraciones bellísimas.
Os invito a todos a acercaros a esta historia tan delicada, tan vulnerable, inocente, tierna conmovedora y llena de poesía que trata temas que siempre están presentes: el paso de la niñez a la adolescencia, el miedo a ser diferente, el autoconocimiento y la autoaceptación. Es una obra bellísima y encantadora contada a través de la mirada de un niño.