Las hadas ya no existen, así de triste es nuestro mundo. José Fonollosa lo sabe y por eso esta historia lleva años rondándole por la cabeza, variando de forma: desde aventura épica hasta comedia adorable. Pero cuando por fin las ilustraciones han cubierto las hojas en blanco, el tono no ha sido ni uno ni otro. Las hadas ya no existen es un cuento oscuro, pero no por ello exento del encanto de la magia.
El hada Bella Noche renace en el mundo de los humanos. Desubicada, observa cómo ha cambiado todo. ¿Cuánto tiempo ha pasado? Nadie parece acordarse de ella ni de las de su especie, ni siquiera las ratas, el clan que siempre se encargó de protegerlas. Bella Noche se niega a creer que sea ella la última del Pueblo Noble y se adentra en la ciudad, dispuesta a encontrar a sus hermanas. El permanente ruido de coches y máquinas, el olor viciado de las calles, el mal humor de los humanos…, nada queda del lugar que una vez conoció.
El hada protagonista es la que da el toque de dulzura al relato, aunque esté lejos de ser una indefensa y delicada criaturilla. Sin embargo, lo que se cuenta, tanto los acontecimientos pasados como los presentes, es triste e incluso macabro en algunos momentos. Gran culpa de ello la tiene el villano, un personaje tremendamente interesante que le da una vuelta de tuerca más al simbolismo de la obra, que ya de por sí tiene varias lecturas.
Fonollosa ilustra la aventura de Bella Noche con imágenes en blanco y negro, a veces cercanas al boceto, con pocos detalles. Pero, pese a la aparente sencillez, el movimiento es asombrosamente fluido. Los planos parecen grabados por una cámara que sigue a la pequeña hada perdida por la gran ciudad y que hace zoom en el momento preciso para que no perdamos detalle. Las viñetas, como secuencias de una película, nos atrapan, y cuando queremos darnos cuenta, hemos llegado a la última página sin haber soltado el cómic en ningún momento.
¿Es esta hada el último reducto de la infancia perdida, esa que ya no vemos por ninguna parte, aunque en secreto la busquemos con el rabillo del ojo? Quizá. Bella Noche: la ilusión olvidada; la ciudad anodina: las obligaciones de la edad adulta que arrasan con todo a su paso. Tal vez esta solo sea mi interpretación de Las hadas ya no existen, pero igualmente es una triste historia, en la que es necesario el regreso de las hadas —de la mirada infantil de cuanto nos rodea— para transformar nuestras monótonas vidas.
No podemos ser niños de nuevo, sentir con la misma intensidad de entonces que todo es posible, ¡ojalá! Pero podemos leer el magnífico cómic de José Fonollosa, rescatando la curiosidad y valentía que perdimos tras la infancia y mandando a paseo el raciocinio que se impuso después, aunque sea por unas horas. Creer que las hadas han vuelto y que de nosotros depende que se queden, ¿no sería maravilloso?