Reseña del libro “Las herederas”, de Aixa de la Cruz
Mi madre cultivó tanto en mi hermano como en mí el amor por la magia, especialmente a través de los cuentos que nos narraba. Nuestros favoritos eran los que adaptaba de la novela Olvidado rey Gudú, de Ana María Matute. Cogía retazos del libro y los recreaba para que fuesen entendibles, aptos y disfrutables para nosotros. Mi tía por otro lado, me enseñó a hacer sortilegios desde pequeña. Lo disfrutaba como un juego, pero escuchaba con venerada devoción, porque supongo que de una manera inconsciente conocía el carácter sagrado de los rituales.
Y ahora que ya soy adulta, uno de mis momentos favoritos cuando vuelvo a casa de mi madre, son los que se dan durante la sobremesa. Mi abuela, mi madre, mis tías y mis primas, todas nos apretujamos muy juntas alrededor de una pequeña mesa y hacemos sesiones de tarot y si no tenemos cartas, improvisamos un péndulo con un anillo y con hilo de coser. El ruido y el caos derivado de las risas y los nervios descontrolados provoca un clima de festividad y complicidad entre nosotras. Se crea un pacto invisible que todas conocemos y que sellamos al mirarnos sin necesidad de decir nada.
En Las herederas de Aixa de la Cruz encontramos esta especie de aquelarre que se forma entre las distintas protagonistas de esta historia. Ellas son cuatro mujeres, dos primas y dos hermanas, que se reúnen en la antigua casa de su abuela tras el suicidio de ésta. Cada capítulo está narrado por una de ellas en primera persona por lo que en diferentes ocasiones nos muestran diferentes perspectivas de un mismo hecho.
Una de las cosas que más me ha gustado de la novela es el aire de misterio, e incluso de terror que envuelve el relato. Ellas, cada una a su manera, intentan entender qué es aquello que le ocurrió a su abuela, porqué lo hizo y a su vez tratar de lidiar con los problemas que las aquejan. La casa, actúa como un ente fantasmagórico testigo de todas las situaciones que se dan, interactuando y guiándolas en el proceso.
Olivia, Nora, Erica y Lis son las cuatro mujeres protagonistas, todas ellas con personalidades arquetípicas muy diferentes pero con algo en común, todas ellas sufren. Las drogas están muy presentes durante la novela y la autora las presenta de diferentes maneras. En el caso de Nora las consume para poder llegar a los plazos dentro de su trabajo, es decir, tienen una función puramente productiva. Estaríamos hablando de drogas que te permiten seguir funcionando dentro del sistema en el que vivimos. En Las herederas también encontramos drogas como el estramonio, o también llamada la hierba del diablo, una droga que siempre ha estado vinculada a los aquelarres y a las brujas y que crece salvaje alrededor del pueblo donde se encuentran. Lo cual plantea algo muy interesante, ¿por qué la naturaleza nos aporta una planta que nos provoca inconsciencia y alucinaciones?
Lis encarna la violencia derivada de la psiquiatría. De cómo el sistema se encarga de que todas sintamos y nos comportemos dentro de unos parámetros establecidos, que no nos salgamos de la norma. También en ella vemos representada la maternidad y lo complejo de la relación que mantiene con su hijo. Olivia por otra parte es la más pragmática, pero durante el relato, al mismo tiempo que ella se va descubriendo a sí misma, iremos entendiendo quién es en realidad. Erica es la más mística y a través de ella entenderemos más acerca de botánica y otras maneras de entender la maternidad. Estas cuatro mujeres intentarán lidiar con los fantasmas pasados y los que están por llegar.
Las herederas es una novela extraña, arcana. Leerla ha sido como volver a conjurar espíritus del pasado e invocar un hechizo tan poderoso como el linaje femenino.
Qué maravilla crecer escuchando Olvidado Rey Gudú! Felicita a tu madre por haber hecho de vosotros grandes lectores y casi seguro que buenas personas…
La verdad es que he sido muy afortunada, además el amor por la literatura es un regalo que dura para siempre. Muchas gracias por comentar, Susana. Un abrazo.