Cuando alguien se decanta por estudiar Historia del Arte lo que más justifica su decisión suele ser la belleza que descubrirá en cada lección, en cada obra de arte que le contará mil y una anécdotas, todas ellas con un componente bello. Las fechas, la técnica, los movimientos vienen después, pero lo hermoso que se desprende del arte y de la acción de adentrarse en ello destaca por encima de todo. Otro factor imprescindible para acercarte con goce y placer a los recovecos artísticos recae en la figura magistral de quien te ofrece los contenidos. Es decir, la maestra o maestro. Es esta entidad de grandísima importancia para servirnos de guía y acompañante a través de siglos de historia y hacer que aprendamos de cada una de sus lecciones. A través de lo bello y de una buena guía, entonces, llegará el conocimiento. Y estos dos elementos son los que sostienen el libro de Las hijas de Lilith, uno de los más bonitos y divulgativos ensayos históricos de arte.
Las hijas de Lilith, el libro de Erika Bornay que espero tengas pronto en tus manos, se convirtió en un texto fundacional para entender la iconografía y simbología femenina en el arte. Sobre todo en su faceta de mujer fatal más desarrollada durante el siglo XIX. Un tratado que nos ofrece una visión histórica de cómo se ha ido construyendo desde la antigüedad con textos de Aristóteles o mitológicos, religiosos católicos después y hasta nuestros días en función de cada contexto histórico, un imaginario iconográfico de la figura femenina. A través de una vasta muestra de obras artísticas de distintas épocas, Erika nos explica cómo la figura de la mujer se iba desarrollando siempre con un componente de maldad o monstruosa, como las Harpías, las Gorgonas o la cruel Artemisa y de allí derivó a la ficcionalidad de la mujer vampira devoradora de hombres o la icónica femme fatale. Este recorrido nos lo muestra Erika con un preciso y precioso desarrollo histórico que explica el porqué de esa representación, cómo se fue forjando esa imagen cruel y temerosa hacia la figura femenina en el arte.
Lilith, esa mujer subversiva que siendo igual a Adán decidió abandonarle cansada de sus exigencias, lejos de considerarse la primera mujer independiente y emancipada, fue castigada por la iglesia católica que la convirtió en el reflejo del mal, en la serpiente del pecado. Y de sus idilios con los diablos surgieron otras figuras femeninas que corrieron la misma suerte, y así es como el arte se encargó de hacérnoslo llegar en diversas épocas y obras. Hasta que se llegó al siglo XIX, punto central del estudio de Erika Bornay. Es en esta etapa donde destaca la figura de la mujer fatal, heredera de toda una tradición histórica que fue cincelando su forma: larga cabellera, mirada felina llena de misterio, crueldad enmascarada en una sonrisa de Gioconda y cuyos rasgos denotan lujuria, histeria, belleza maldita y atributos de bestias. Las flores del mal a las que Baudelaire dedicó sus poemas se muestran en este siglo por un lado con recelo y temor, pero por otro con pasión y deseo. ¿Y qué llevó a los artistas de esta época y al público receptor a admirar estas representaciones? ¿Qué temían de ellas, qué deseaban de ellas? Erika, una vez más, nos deja con la boca abierta por su lucidez y amenidad para dibujarnos lar aristas que forjaron este tiempo convulso en muchos sentidos. El aumento de la prostitución, la mojigatería victoriana, los matrimonios forzosos con función económica en vez de amorosa y otros aspectos contextuales conforman finalmente el modo de expresar en el arte.
A modo de cierre de este Las hijas de Lilith, no se me ocurren más que halagos a la edición fantástica (y la que merece tal tratado) por parte de Cátedra. Profusidad de imágenes en alta resolución para acompañar la belleza de los textos de Erika Bornay que hacen de este libro una opción muy atractiva y que se dirige a muchos más que los estudiosos de arte, siendo tal la amenidad y perfecta la exposición de los hechos históricos por parte de su autora. Hallamos un diálogo con el pasado, con los ancestros del arte para encontrar una explicación a la sexofobia y misoginia que se ha desarrollado en nuestras vidas. El arte, como espejo, nos ofrece esa reflexión y gracias a libros como este podemos ser testigos de dicho diálogo y rescatar las figuras de Lilith y sus hijas.