Reseña del libro “Las palabras que confiamos al viento”, de Laura Imai Messina
«De niños, la felicidad se percibe como una cosa. Un tren de juguete que asoma de una cesta, el envoltorio de una porción de tarta […]. De adultos, todo se vuelve más complicado. La felicidad es el éxito, el trabajo, un hombre o una mujer, todo cosas imprecisas, trabajosas. Cuando la tenemos, y también cuando no la tenemos, se convierte sobre todo en eso, en una palabra.»
¿Os imagináis lo que sería poder hablar con vuestros seres queridos fallecidos a través de un teléfono situado en medio de la nada que os lo permitiera? Aunque sabemos que no tiene ninguna lógica, es algo a lo que nos agarraríamos sin dudarlo, sin tener en cuenta sus consecuencias, al perder a alguien a quien queremos. Sea en las circunstancias que sea.
Esta es la premisa de ‘Las palabras que confiamos al viento’ y la principal razón por la que quise leerlo. Y, después de haberlo hecho, ha sido una experiencia diferente a lo que esperaba. Que ha profundizado más de lo que me pensaba que haría. Lo que más me ha gustado de esta novela es cómo afronta el proceso de dolor ante la pérdida. Y cómo nos muestra, a través de dos personajes que la han sufrido recientemente y están atravesando las distintas fases del duelo, que todo se supera de mejor manera cuando se comparte. Cuando eres capaz de expresar todo lo que sientes con otra persona que está sintiendo lo mismo que tú, tanto a través de las palabras como de los silencios. Porque así parece que duele un poco menos. Porque así nos sentimos comprendidos.
Los personajes de esta novela son entrañables. Tanto Yui, que ha perdido a su madre y a su hija en un tsunami, como Takeshi, que ha perdido a su mujer a causa del cáncer, se conocen de manera casual, llegando a este teléfono que les permite contactar con estos seres queridos que ya no están con ellos. Y, así, escépticos, van encontrándose consigo mismos en este proceso tan doloroso como es la pérdida de personas tan importantes. Y lo hacen juntos, conociéndose y encontrándose a sí mismos y el uno al otro durante el camino.
Este es el tipo de libro que te deja con el corazón blandito. De esas que, sin pertenecer al subgénero ‘feel good’, te dejan con la sensación de que, en este mundo tan sombrío, solitario e incierto, como lo es tantas veces, sigue existiendo la más profunda bondad, amabilidad y conexión sincera entre los seres humanos. El mensaje más poderoso que transmite este libro es la fortaleza que todos nosotros sacamos de nuestra alma para seguir adelante. Y que los otros tipos de amor que forjamos en nuestras vidas son lo único que nos permite avanzar en estas circunstancias tan difíciles para todos. Porque ninguno de nosotros estamos preparados para la muerte, aunque creamos que sí.
Y lo hace a través de una prosa bella, emocionante y evocadora, pero también sencilla y fácil de leer, que te transporta a lo más hondo de estos personajes, que evolucionan a medida que avanza la novela y con los que es fácil conectar a través de los sentimientos y emociones que nos transmiten. Incluso cuando no son positivos. Porque todos nosotros hemos tenido que afrontar distintos tipos de duelo. Y, probablemente, sea lo más complicado que tengamos que hacer a lo largo de nuestras vidas, como también una experiencia que nos hace aprender, nos acerca a otros seres, nos ayuda a conocer más nuestras vulnerabilidades y miedos y nos permite aceptar nuestras peores partes.
‘Las palabras que confiamos al viento’ me ha hecho sufrir bastante, en ocasiones, al recordar una horrible pérdida que tuve que afrontar en mi adolescencia, pero creo que esto es precisamente lo que ha hecho que me llegue más hondo. Se la recomiendo a todo aquel que esté afrontando un duelo de cualquier tipo o lo haya hecho en el pasado. Creo que es algo que te acompaña durante toda la vida, solo que el dolor deja de ser tan intenso y, si lo compartes, tal y como nos muestra la novela, se hará más llevadero. Al leerla, te sientes menos solo, abrazado. Y esto es muy importante.