Me gustan los libros que son una madeja, esos en los que al principio parece que todo es una bola de hilos que jamás se van a desenredar pero poco a poco, con una mano experta de por medio, se consigue que cada hilo vuelva a su bobina. Y todo cobra sentido. Y yo me quedo con cara de tonta porque todo era evidente, pero no. Estaba todo ahí y yo no fui capaz de desenredar la historia.
Leer Las siete magníficas ha sido algo así. Os cuento: todo empieza cuando Carlos ve cómo su mujer se va con su jefe. La ha visto en su coche, está seguro. Todo parecía ir bien… pero seguramente ella se cansó de él, de su monotonía. Su mujer era pintora, una chica llena de imaginación y proyectos, así que era normal que quisiera algo más excitante en su vida. Decide rebuscar entre sus cosas para averiguar algo más y descubre una carta en cuyo interior hay una foto. Una foto en la que salen varias chicas vestidas de stripers y junto a las cuales aparece un tío con pinta de chulo.
Una de esas mujeres es ella, su Martina. Todo es rarísimo, no entiende nada. Le da la vuelta a la foto y ve un mensaje: ¿TE ACUERDAS? YO SÍ. Y ya está. Carlos empieza a obsesionarse y se da cuenta de que su mujer puede estar en peligro, aquello sonaba más bien a amenaza, así que decide buscar a todas las chicas de la foto para intentar averiguar qué es lo que está pasando.
Así empieza un libro lleno de intrigas en el que su protagonista viajará por diversos lugares de España para desentrañar el misterio que se esconde detrás de esa foto. A medida que avanza el libro iremos conociendo a más personas que tienen mucho que decir en la historia, demostrando al lector que hasta el más santo guarda secretos y que todo el mundo tiene un pasado.
Eso es especialmente lo que más me ha gustado de esta novela: todos los personajes que van apareciendo van cobrando paulatinamente protagonismo. Todos tienen algo que decir, todos tienen algo que esconder. Esos secretos, mentiras, intrigas y descubrimientos hicieron que el libro me enganchara habiendo leído apenas treinta páginas.
Pedro Almajano es el autor de este libro de intriga editado por Ediciones Atlantis. Los que me conocen un poco (aunque sea a través de mis reseñas) sabrán que me gusta bastante cotillear a los autores a los que reseño, sobre todo si son autores que están empezando o que no son demasiado conocidos. Y nunca deja de sorprenderme la tenacidad con la que muchas personas deciden lanzarse al mundo de la escritura. En este caso, Pedro estudió Farmacia y a ello se ha dedicado durante muchos años. Pero jamás ha dejado de lado su pasión: la escritura. Y eso lo ha demostrado ganando varios premios. Hoy está aquí presentándonos su nueva novela y no os podéis imaginar la ilusión que me hacen a mí estas cosas, saber que hay gente que, pase lo que pase, no deja de perseguir sus sueños.
La narrativa de Pedro Almajano me ha gustado muchísimo. Incluye bastantes diálogos, lo que hace que la lectura de Las siete magníficas sea muy ligera y, aunque cuida muchísimo su estilo narrativo, no encontramos grandes descripciones o divagaciones. Eso es perfecto para todas aquellas personas que quieran un libro ágil, entretenido y de calidad.
Y no es que sea yo una experta en portadas ni nada por el estilo, pero desde aquí le quiero lanzar una pregunta al autor: esa portada… ¿por qué? Os juro que cuando me llegó el libro y vi la carátula mi cara fue de incredulidad total. No me avergüenza decir que yo muchas veces me guío por las portadas de los libros para leerlos o no, y os digo que si yo hubiera visto esta novela en un escaparate, seguramente no habría leído ni la sinopsis. Cuando vi la portada… puf… pensé que ese libro no era para mí. Pero decidí leerlo sin prejuicios y sin pensar en ella y la disfruté muchísimo. Así que no os dejéis llevar por la primera impresión, porque en su interior encontraréis una historia de intriga que, si bien relacionada con el mundo de la noche, no tiene nada que ver con lo que su portada podría indicarnos en un principio.
A ver, que ya os digo que yo no soy una experta en portadas y si fuera mi libro no tendría ni idea de qué poner para que fuera la carta de presentación (creedme, he estado en su lugar y fue una decisión complicadísima), pero a mi mente no para de venirme a la mente esa madeja enrollada llena de hilos de colores que parece que jamas se van a ordenar pero que poco a poco van volviendo a su lugar…
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