Las tres caras de la luna, de Sally Gardner
Este mundo sin sentido sólo tiene sentido gracias a ti. Tú me diste botas espaciales para que pudiera caminar por otros planetas. Sin ti, me siento perdido. No sé si tirara a la derecha o a la izquierda. No veo el mañana, solo kilómetros y kilómetros de ayeres. Ahora que te he encontrado, ya no me importa lo que ocurra. Por eso he venido hasta aquí. Por ti. Porque te quiero. Porque eres mi mejor amigo. Mi hermano.
No he sido nunca muy dado a transcribir textos de un libro en mis reseñas. Pero este es un caso especial, como especial es esta historia que en su comienzo parece una historia fantástica, pero que se descubre ante el público como una de esas odas a la libertad, a la amistad, a la lucha de los valores, en un mundo que ya los ha dado por perdidos. Será quizá uno de esos libros que, con su personaje principal, me hayan hecho viajar y emocionarme por un mundo que se parece demasiado al nuestro, pero que se encuentra escondido tras muros de contención y segregación de la población. Una historia que se ve pocas veces, que no tendría que pasar desapercibida, porque aquellas voces que se alzan por encima de un mar embravecido que intenta acallarlas, tienen el derecho ganado de hacerse valer, sobre todo, por aquello que intentan decirnos: que el ser humano es libre, por mucho que las cadenas le aten al suelo.
Esta es la historia de Standish Treadwell. La historia de un planeta y sus zonas, separadas por muros. Y la historia de una amistad que hará trizas el mensaje de un gobierno que intenta por todos los medios alzarse como único vencedor de los seres humanos: la Patria, un símbolo caduco que lo único que hace es pisar a sus ciudadanos, y que está a punto de conseguir un hito en la historia: hacer alunizar el primer cohete de la Historia, con un decorado falso de por medio.
Reconozco que Nube de Tinta me tiene enamorado. No sólo he reseñado todos los libros que han publicado hasta el momento, sino que agradezco enormemente que una editorial se dedique a publicar historias diferentes, en las que sus protagonistas sean niños pequeños. Llámenme nostálgico, pero echo de menos esa época. Pero con esta nueva novela, se han superado con creces. Quizá con esos ecos que resuenan en mi memoria de “1984” esta historia en un mundo apocalíptico en el que se desarrolla una pequeña flor como es la amistad, que nada entre la dictadura y la mierda más absoluta, ha hecho acordarme de por qué escribo estas reseñas. Y es que en un universo como el nuestro, son las historias que nos llegan a lo más hondo, las que hacen imprescindible conocernos a nosotros mismos y lo que estaríamos dispuestos a hacer por aquellos que queremos, y que son parte de nuestra familia, aunque no tengan en común ni una gota de sangre.
“Las tres caras de la luna” son la mentira, el horror y la valentía. Un desierto con un oasis en medio en el que refugiarnos para no ser pasto de las llamas que amenazan con destruirlo todo. Pero también es una chispa de esperanza que crece sin nada más que la necesidad de hacerlo. Y es que Standish Trashwell es uno de esos personajes con los que el lector congenia sí o sí, no hay término medio. Porque en su pequeño cuerpo se introducen sin pensar la inocencia, el valor, la esperanza, la imaginación, que son los elementos vitales para una vida con un sentido especial. Así es este pequeño niño que lo hace todo por su amigo, por Héctor, y que es el grito adecuado, con el volumen perfecto, para que nuestro interior vibre al compás de una palabra que se repite en esta novela: Fraude. Porque lo importante en esta historia es eso, precisamente, la lucha contra el fraude a través de una imaginación que mueve más que las armas que disparan balas.
Sally Gardner ha sabido conjugar a la perfección aquello que buscamos en una buena historia. Porque lo importante en estos casos es que algo llegue al interior, que nos inunde y nos haga reencontrarnos con nosotros mismos en el mismo instante en que abrimos un libro y empezamos a leer su primera página. Yo, lo repito, estoy agradecido. No sólo por este libro, sino por aquello que se cuenta en su interior. Una historia simple, pero a la vez compleja; una novela dura, pero a la vez tierna; una novela de hierro, pero a la vez acolchada, que nos hará viajar a un mundo en el que ninguno de nosotros queríamos vivir.
Tengo que reconocer que a mí también me vino a la memoria 1984, de hecho en mi reseña hago alusión a ello. Este libro si hubiese escrito por esa época probablemente ahora sería uno de esos clásicos tan deseados.
Desde luego la ambientación me recuerda mucho a ciertos regímenes totalitarios que ha habido a lo largo de la historia. La verdad es que Nube de Tinta acierta en cada uno de sus libros.
¡Saludos!
Yo pienso lo mismo que tú Edelia. Nube de Tinta es de esas editoriales que, con el poco recorrido, ha sabido elegir muy bien todas las historias que publica. De hecho, yo siempre me he hecho con sus títulos y no me arrepentiré nunca.
Ahora estoy a la espera de leerme su último libro.
Gracias por compartir tus palabras.
Saludos
Sergio