Reseña del libro “Lazos de tinta”, de Joseba Sarrionandia
“Un retrato revelador sobre la primera asociación de escritoras en la España del siglo XIX”
Rosa Huertas deja huella en la senda recorrida por otras mujeres escritoras antes que ella con esta novela: Lazos de tinta.
Estamos en el Madrid del siglo XIX, cuando las mujeres sólo podían aspirar a hacer un buen matrimonio y si no tenías dinero, a los oficios de criada, cocinera, lavandera, costurera o prostituta (haciendo un buen resumen).
Manuela es hija de lavandera, su madre malvive día a día soportando a un hombre que bebe como un cosaco y la maltrata. Ese padre al que después conoceremos como “El Cepo” intentará una noche abusar sexualmente de su hija Manuela, pero su madre lo impide sacando coraje (de donde no creía que lo tuviera) y un cuchillo.
Cuando su madre enferma y ante la amenaza de prostituirla cuando ésta muera, Manuela se hace pasar por chico y malvive en la calle hasta que una mujer llamada Tula comienza a ayudarla. Su benefactora al enterarse de que sabe leer (Manuela tuvo la suerte de ser enseñada por su vecina que la quería como si fuese su nieta), la acoge y comenzará a trabajar para ella como su transcriptora, haciendo copias de sus poemas, sus relatos y sus novelas, pues se trata de nada más y nada menos que Gertrudis Gómez de Avellaneda, cubana de nacimiento y afincada en Madrid.
Juntas empezarán a tener éxito con las letras, pues los que consigue Tula los comparte con Manuela y, así, van pasando los días y va creciendo su amistad.
Lazos de tinta nos habla del maltrato en el ámbito familiar, de violencia de género, de machismo y de sororidad. La mayoría de las mujeres que aparecen en sus páginas han sido engañadas por un hombre o maltratadas por ellos y juntas se hacen y sienten más fuertes.
Manuela conocerá a Reme y sentirá que se despiertan en ella sentimientos que nunca antes había notado. Se le eriza la piel cada vez que se rozan o hablan en susurros contándose sus confidencias.
Mientras Tula hace grande su nombre, realiza tertulias literarias en su casa para que Manuela pueda asistir, porque sigue enclaustrada en casa por miedo a que su padre la encuentre y cumplas sus planes.
En Lazos de tinta somos testigos de la sororidad más profunda que se pueda crear entre mujeres que sufren el mismo destino. Son luchadoras contra la pobreza, contra las normas sociales impuestas sólo a ellas y no a los hombres, contra el “no” que reciben siempre que quieren llevar a cabo algo no destinado a su género.
Viajaremos a Cuba, seremos cómplices de un engaño cuando Manuela acabe haciéndose pasar por hombre para poder vivir su vida como mujer.
Muchos sentimientos encontraremos en Lazos de tinta, los de deseo, amor, venganza, agradecimiento, pena, dolor, miedo.
Mujeres rebeldes, fuertes y empoderadas. Un buen libro al que acudir si quieres embeberte de ese espíritu combatiente. Pero, eso sí, tómatelo con calma si eres hombre, porque en las páginas de Lazos de tinta la mayoría no dan muy buena imagen del grupo.
Lo que más me ha gustado de leer esta novela ha sido conocer a la “Hermandad Lírica” y a las mujeres que la formaban: Carolina Coronado, Vicenta García Miranda, Teresa Verdejo y Durán, Amalia Fenollosa, Rogelia León, Pilar Sinués, Ángela Grassi, Manuela Cambronero, Dolores Cabrera y Heredia, Robustiana Armiño y la propia Gertrudis entre otras.
Lazos de tinta está editada por Ediciones B de bolsillo del grupo editorial Penguin Random House. Una bonita oportunidad de conocer a unas mujeres poetas que ya estado demasiado tiempo en la sombra.