Esta es mi segunda reseña como miembro del jurado de los Premios Guillermo de Baskerville 2019. El objetivo de estos premios, organizados por Libros Prohibidos, es dar visibilidad a los mejores libros publicados por editoriales independientes. En esta ocasión, voy a hablar de Legado de plumas, de Marina Tena Tena, una de las tres finalistas de la categoría Novela Corta. Y, lo siento, no voy a ser nada original, porque voy a empezar transcribiendo el inicio de su prólogo: «Mi madre nos quería hasta la locura. Hasta la desesperación. Por eso nos arrancó los ojos». Este extracto aparece en todas las reseñas de esta novela y es el que me dio ganas de leerla. Con un arranque así, es inevitable que sea lo primero que viene a la mente cuando se habla de ella. Pero no lo pongo aquí porque me parezca un inicio excelente, sino porque es un buen resumen de lo que nos vamos a encontrar en Legado de plumas: el amor también provoca cosas terribles y toda salvación requiere un gran sacrificio.
Legado de plumas fue la primera publicación del Proyecto Válidas, de Literup, y Marina Tena Tena demostró que era posible crear una historia de supervivencia con personajes que tenían alguna incapacidad y que estos no se limitaran a ser víctimas, sino que protagonizasen las escenas de acción.
La narradora de esta novela es Briana. Ella y Arlen, su mellizo, viven en la torre de cristal, o, más bien, están encerrados en ella. Sus secuestradores son Tamiel y Azrael, unos ángeles tan bellos que, según dicen, solo mirarlos mata. Por eso, a Briana y a Arlen, su madre les arrancó los ojos: era la única forma de que sobrevivieran. Lo que quizá no imaginó es que los ángeles se encapricharían de los mellizos.
Mientras fueron niños, los cuidaron como a mascotas consentidas, pues eran la única novedad en su interminable existencia. Sin embargo, con el paso de los años, han crecido, y ahora los tratan como sirvientes silenciosos. Aun así, Briana presiente que ya empiezan a estorbar y, como sabe de lo que son capaces los ángeles, intenta convencer a Arlen para escapar juntos. Pero él se siente agradecido por todo lo que han hecho por ellos y no se decide. Además, son ciegos. Se saben de memoria cada rincón de esas paredes, pero no tienen ni idea de cómo es el mundo ahí abajo.
Briana y Arlen son dos personajes completamente opuestos, pese a que se adoren. Ella ve a los ángeles como enemigos, tiene iniciativa y quiere cambiar su destino; mientras que él los considera protectores, sobre todo a Taimiel, y se conforma con la vida que le ha tocado; prefiere sentirse seguro en su mundo conocido, aunque sea una prisión. También los dos ángeles se comportan de manera diferente: Taimiel es amable; Azrael, cruel. Pero ambos están dispuestos a cometer los actos más horribles para preservar su inmortalidad. ¿De verdad son tan bellos y poderosos? ¿Es posible escapar de la torre de cristal? ¿Merece la pena arriesgarse para llegar al mundo de los humanos, que quizá sea igualmente hostil?
Con estas preguntas sobrevolándonos permanentemente, Marina Tena Tena nos hace pasear por la torre de cristal, junto a la decidida Briana y el pasivo Arlen. Y a través de sus ojos huecos y del resto de sus sentidos aguzados, nos vamos imaginando a esos ángeles, que nada tienen que ver con seres de luz y bondad y sí mucho con criaturas oscuras, mentirosas y avariciosas.
No saber nada del aspecto real de los ángeles o de sus gestos en cada momento contribuye a que la atmósfera de Legado de plumas sea cada vez más desasosegante. La ceguera de Briana y su forma de insinuar los terribles secretos de los ángeles hace que lo que se lee entre líneas sea tanto o más interesante que lo que se nos cuenta explícitamente en su breve extensión, por lo que da que pensar una vez concluida su lectura. Sobre todo porque su desenlace es, casi casi, tan impactante como su inicio.
Me parece que tiene verdadero mérito tener que incorporar una concepto como es una discapacidad y sacarse de la manga una novela tan original de fantasía épica. Mi enhorabuena. Ojalá mis relatos fueran la mitad de buenos
Totalmente de acuerdo. El reto no era fácil, pero la autora sale bien librada. 🙂