Una amiga que conoce bien mis debilidades literarias me habló de este libro en cuanto se anunció su publicación. A simple vista, Lengua de pájaros tiene todos los elementos que me fascinan: está ambientado en un pequeño pueblo gallego; en la trama, hay mucho peso de creencias y tradiciones mágicas y se mueve entre la fantasía y el terror. Lo que acabó de convencerme para leerlo fue que el autor es Víctor Sellés, pues su blog literario es uno de mis favoritos.
Obscura editorial ha hecho una edición preciosa en tapa dura y, además, me llegó acompañada de tres marcapáginas en forma de cartas del tarot, que recuerdan a los protagonistas. Con este detalle, mis expectativas, que ya estaban altas, aumentaron aún más, y ya se sabe que eso puede ser peligroso. Sin embargo, en cuanto leí el prólogo de Lengua de pájaros, tuve la certeza de que esta vez no me iba a llevar una decepción. Y no me equivoqué.
Como toda buena novela debe hacer, en las páginas iniciales ya se marca el tono de la historia, donde los misterioso se vuelve siniestro. En esa primera escena se relata el punto de inflexión entre dos de los protagonistas: María y su bebé, Abel. A partir de esa extraña noche, ella nunca volverá a verlo con los mismos ojos.
A partir de ahí, conocemos al niño, que ya ha cumplido once años. Lengua de pájaros es una de esas novelas que merece la pena descubrir página a página, por lo que tampoco quiero desvelar demasiado sobre la trama. Solo diré que Abel, con parálisis muscular y una inteligencia por encima de la media, sufre el rechazo de sus compañeros de clase y de su madre, que lo cree embruxado. Y él, para evadirse, se adentra en los bosques, donde se siente el rey e inventa sus propias historias, inspiradas en los libros que ha leído y en la mitología de su tierra. Allí conoce a Tania, una adolescente que también huye de los problemas aislándose entre los castros, llenos de marcas de otros tiempos. Juntos descubren que esos mundos mágicos de los que se hablan en Peter Pan, Alicia en el País de las Maravillas, El mago de Oz o Las crónicas de Narnia existen, son uno solo, y está más cerca de lo que piensan. Y, lo que hasta ahora les había fascinado, se volverá siniestro.
En las páginas de Lengua de pájaros se habla de mouros, cuélebres, sustitutos, brujas y fuegos fatuos, pero también de problemáticas que están a la orden del día, como el acoso escolar, los abusos, las autolesiones y la drogadicción. La historia se mueve entre dos mundos, el real y el fantástico, y esa línea divisoria, que a veces se difumina, es el eje. En todo momento nos preguntamos: ¿quién es el verdadero monstruo?, ¿qué da más miedo: el mundo fantástico convertido en realidad o la realidad convertida en pesadilla? Y la cuidada prosa de Víctor Sellés es la mejor cicerone en esta travesía inquietante que es Lengua de pájaros, que nos hace ver que los mitos son falsos, pero no mentira.