Libros educativos 25
Hablar de libros educativos a veces te demuestra lo bien que se están haciendo las cosas en materia de educar a los niños en las cosas que suceden en el día a día. Creo importante, siempre lo he dicho, que un niño aprenda desde bien pequeño a relacionarse con el mundo, a ver lo que le rodea y pueda distinguirlo, pero una de las cosas que me parecen más importantes – y siempre lo serán, de ahí lo bueno de los libros, que permanecen – es que les enseñen esas cosas que son abstractas, que no pueden tocarse, pero que forman parte de nosotros como si nos acompañaran siempre en el viaje que todos llamamos vida. Eso son los sentimientos, las emociones que se viven dentro y que nos hacen compartir los mejores – y los peores, por qué no decirlo – momentos que puede vivir un niño. Hoy hablaré, aunque no viene siendo habitual, de un solo libro porque creo que tiene todo lo importante que puede darle un libro a nuestra realidad. Estad atentos, esto no será lo mismo, como no lo ha sido para mí, después de este libro.
Es curioso cómo a los niños de hoy en día no se les intenta, o a veces hasta incluso se les esconde, lo que significa un divorcio y lo que implica para ellos. Se presupone muchas veces que ellos son los grandes perjudicados de esta historia, pero pocas veces se intenta explicárseles adecuadamente, y ven cómo los padres se pelean entre ellos y acaban tirándose los trastos a la cabeza y su ánimo se resiente en la relación con los pequeños. No los juzgo, no he estado nunca en esa situación. Pero sí que pienso que si un libro puede ayudarles a entender ese universo que se sobreentiende que es propio de los adultos, bienvenido será, siempre. Por eso me ha llamado tanto la atención El niño y la bestia porque establece tan a las claras lo que puede suceder a la hora de ver cómo se desarrolla un divorcio y cómo las dos partes, padre y madre (o cualquiera que sea la familia, lo mismo da) van desencadenando enfado y tristeza, que es un auténtico tesoro para todos aquellos que como yo siempre han creído que una de las labores de la literatura no es otra que la de enseñar y que aprehendamos – y aprendamos, que los dos verbos sirven en este caso – lo que es realmente importante en esta vida que nos ha tocado vivir.
Pocas veces – o ninguna, ya que me pongo – he observado un libro como este que ha orquestado la editorial Picarona para explicar a los niños los sentimientos que puede desencadenar una separación en unos padres. Cierto es que muchos libros lo han intentado, que hay cientos de libros que nos hablan de los sentimientos, de estar triste, de la rabia, de no sentirse querido, o de pensar que nos vamos a quedar solos. Puede que para un niño todo esto sean palabras que tienen poco sentido, pero no está de más que ellos aprendan que los mayores, esos que parece que lo saben todo, también tienen unos sentimientos que se agolpan dentro, y que ellos no son los culpables de esas reacciones sino que son muchas otras cosas las que pueden hacer que ellos se encuentren en la situación en la que se encuentran. El niño y la bestia es un imprescindible. Algo único en el mundo de los libros educativos que demuestra que aún nos queda mucho por aprender y por enseñar a unos niños que creen que lo han perdido todo y que lo único que tienen que ver es que, con el tiempo, es posible que las cosas vuelvan a su cauce y que los padres, que se habían convertido en esa clase de monstruos gruñones que tanto odiamos, pueden volver a ser personas comprendiendo que dentro de ellos todavía existe esa chispa de felicidad que los hará volver a la vida, a la de antes, aunque ellos estén separados y no se quieran más, lo que no significa que no le quieran a él, que es algo que se olvida cuando un divorcio aparece en escena.
Hoy he hablado sólo de un libro porque me ha parecido importante, porque lo creo necesario, porque a pesar del tiempo que pase serán los libros los que proporcionen ciertas respuestas para algunas preguntas. Puede que no para todas, pero lo importante es saber que cuando abrimos un libro, cuando ellos lo abren, van a ver que pueden hablarles a ellos. Todo lo demás, con su imaginación, será un auténtico lujo que está en nuestra mano dárselo, no corromperlo.